Nuestra benefactora sociedad de consumo, la cual veneramos, califica de rubí a la hazaña biológica y emocional de cumplir 40 años de matrimonio. El rubí es una piedra preciosa de color rojo. Pero para tratar de entender la imagen intuyo se escogió por ser una piedra dura y resistente al embate del tiempo… aparte de lo caro por lo precioso y por lo escaso. 40 años de matrimonio no muchos lo celebran en estos tiempos de precipitados cambios cibernéticos.
Sí, Julie y yo cumplimos 40 años de matrimonio que como algunos pocos saben comenzó en las aulas de la UCAB, donde llegué a ser su profesor de radiodifusión y teatro para, ya enganchados, su tutor de tesis. No lo fuimos mientras era su profesor y alumna, para la tranquilidad de los puristas de la Academia.
Dicen algunos comentaristas de la ligera prensa rosa que después de tanto tiempo permaneciendo juntos, la confianza se ha asentado y la relación se ha fortalecido. De hecho, en las antiguas culturas de la India se consideraba que “el rubí contenía dentro de sí el fuego de la pasión, de la vida larga y del amor”.
En el año 2007 y a partir del taller de “literatura y periodismo” dictado por Milagros Socorro en la Fundación Polar, nació un espectáculo cuyo título se lo debo (una vez leyó el “manuscrito”) al maestro Isaac Chocrón: Tal para Cual.
Espectáculo, por cierto, que a través de estos últimos tres lustros ha ido variando y transformándose con la intervención de la propia Restifo. En esta escenificamos los altos y bajos de un matrimonio desde el viernes negro hasta nuestros desesperados días de migración.
Estamos convencidos que en el largo camino hacia la noche de nuestros días, la pareja va cobrando cada vez más protagonismo, dejando las individualidades al margen de sus identidades. La suma de ambos se convierte en tres: tú, yo y la pareja.
Aparte de la atracción bioquímica que se establece en la explosión del sexo y los cuerpos entrelazados en la desnudez de la intimidad, existe entre ambos la carrera que nos une, unió y sigue uniendo por el resto de nuestras vidas. La actuación en los tres diferentes medios donde nos desenvolvemos entre el confort y el desaliento; y la dirección, producción, docencia y dramaturgia de esta profesión cuya base y alzada arquitectónica es la inestabilidad y la popularidad.
Nosotros, Julie y yo, jamás se nos cruzó por la cabeza migrar como nuestros padres lo hicieron de sus tierras. Para nosotros Venezuela era un punto de honor y una deuda a pagar que le debemos al país y a sus habitantes. A nuestro pueblo. Nuestro público. A los que noche a noche se sientan frente al televisor a vernos en nuestras telenovelas. A los que noche a noche nos ayudan a levantar el telón de la doble ilusión del teatro. A los que se visten y calzan para vernos en la oscuridad de una sala de cine.
Nuestra carrera se instala en la relación de 40 años donde se suman, nuestras dos más grandes obras: Jan y Josette, quienes riegan nuestro amor día a día con la pasión por el país y por el arte escénico.
javiervidalpradas@gmail.com
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