Tulio Monsalve: El género negro

Literatura que existe hace más de dos siglos y fricciona sobre el horror y su signo. Su materia prima es la muerte y los asesinatos. Motivaciones que en algunas mentes inconscientes constituyen combustible cuyo desgraciado fin es la guerra.

Clausewitz afirma que cada guerra cobra el doble o más de muertes que la anterior. Ejemplo: la primera guerra mundial (1914–1918) causó 8 millones de muertes. La segunda (1939-1945) fue la masacre más terrible y mortífera de todos los tiempos, estimada en 50 millones de muertos. Finaliza con 2 bombas nucleares-Truman, que causan en 30 minutos en Hiroshima la muerte de 80.000 civiles indefensos. Un sobreviviente, Shinji Mikamo, declara a la BBC: “de repente enfrenté a una gigantesca bola de fuego… luego vino un ruido ensordecedor; era el sonido del universo explotando”.

Hoy es Ucrania.

Ampliemos la perspectiva sobre la historia de la guerra asociada a Estados Unidos. El país existe hace 246 años. Y, llama a atención, de éstos, 228 años los ha pasado metido en la guerra. Para cumplir la “doctrina del destino manifiesto” -1848- que impone arrasar países, si ello asegura la “democracia”. No cualquiera, sino la que ellos “estimen” como tal. Toda disensión se debe perseguir en todo el universo. Igual cuando el psicópata confiesa: “asesino porque mi destino humanitario así lo justifica ante dios”. Psicópata nunca se arrepiente.

Su táctica, el aplastamiento a quienes “roban sus bienes”. Su visión: usar la guerra “humanitaria” como medio. Su lógica cometer el crimen, quedar impune y querer pasar a Superman como héroe nacional.

Hoy cambia su estrategia, va a la guerra, pero inventa un caballo de Troya, que ejecuta sus órdenes, y su chivo expiatorio: la OTAN. Quién mata, como mafia, sin rostro visible. Impúdica y “legal”. Que defiende la democracia.

Pero esta guerra existe y se sostiene, para otro fin, según sus voceros, para hacer cumplir la utopía de desaparecer a Rusia e implantar la visión nazi de la OTAN.
Para lograrlo, no usan armas, lo hacen con la creación del más amplio e infernal proyecto propagandístico 2.0 que él mundo halla soñado.

Llevan la rusofobia niveles delirantes que causan risa: obligar a los restaurantes que borren de su menú a la Ensalada Rusa. Meten preso a quien brinde con Vodka. Igual a quien venda un Burger King o comida a un gato ruso.

¿Se da cuenta alguien del ridículo que cometen? Más bajo pueden caer, pero, cometer más pendejerías no.

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