Linda D’Ambrosio: Se trata de vivir, sencillamente

“Tengo tres soles que son la luz de mis noches tristes/ y el aliento que me salva de morir si no resisten”.

Así comienza el poema que dedicara a sus hijos María de Lourdes Devonish, en una de las facetas menos conocidas de la artista.

“Somos tres”, rememora la mayor de los soles, Bárbara, una de las personas más dulces que he conocido. “Mi hermana Griselda vive en Canadá y tiene 4 hijos y 5 nietos. Y mi hermano menor, Alejandro, tiene un hijo. Adoraba a sus bisnietos.”

Y es que la polifacética María de Lourdes, actriz, cantautora y locutora, privilegió siempre su vida familiar, a pesar de los múltiples compromisos que comportaba el hecho de ser una figura pública.

Uno de los más grandes desafíos que tuvo que afrontar fue el de trabajar y ser madre al mismo tiempo. “No tenía mucho tiempo para educarnos”, señala Bárbara. “¡Hizo lo mejor que pudo! Eso sí: nos sacaba mucho a pasear. Le encantaba llevarnos al cine. Y éramos el coro en sus presentaciones”.

Referente como mujer de los nuevos tiempos, proyectando una fortaleza y una sensualidad únicas, María de Lourdes se desempeñó con éxito en los distintos roles que fue asumiendo profesionalmente. La conocimos como actriz, destacándose particularmente en producciones como Páez El Centauro del Llano, Adorable Mónica, La mujer Prohibida y Negra Consentida, entre otros seriales televisivos en los que participó. Y nunca se desvinculó de la actividad con la que se dio a conocer cuando comenzó en El Show de Renny: el canto. “Todos sus trabajos le daban satisfacción, pero creo que la entusiasmó particularmente grabar su disco Sueños y soñares.

Indago si se aventuró también a explorar otros leguajes expresivos.

“Escribió muchos poemas y canciones para otros artistas. También le gustaba pintar”, me responde Bárbara, recordándome que fue una de las mejores narradoras de noticias del país. “Hacía el noticiero del Canal 5”, afirma. “Era era la voz que daba la hora en Radio Aeropuerto”.

Se mantuvo activa a los largo de seis décadas, sin perder vigencia, siendo proverbial por su elegancia y su exotismo. Creo que para mi generación resultaba emblemática aquella mujer, que proyectaba un aura contundente de lo que hoy hubiéramos llamado empoderamiento. “Era, aunque no lo pareciera, muy sensible. Y amiga de sus amigos por siempre”, afirma Bárbara.

El pasado 13 de noviembre María de Lourdes ingresó en la eternidad, habiendo marcado una época en la televisión venezolana y dejándonos un precioso legado, apenas conocido, en sus inéditos poemas.

Uno de ellos, en particular, cobra nuevo sentido de cara a su partida, configurando una especie de testamento, de reflexión vital y de recordatorio útil para conducir cada una de nuestras existencias:

“Se trata de vivir, sencillamente,
entre contradicciones y dulzuras.
Se trata de vivir hasta la muerte
sin que nada nos ate ni nos una.
Yo te hablo de beber en esa fuente
donde la sed no cesa ni se calma.
Yo te hablo de hacer crecer tus alas
y montar en Pegaso reluciente.
Se trata de los dos y somos tantos
hablando casi siempre de lo mismo.
No se trata de amar como cigarras
sin presentir jamás el estallido.
Yo te hablo de explorar otra galaxia
o de bajar al centro de la tierra
y en el breve placer de la ignorancia
empaparnos, amor, de cosas bellas.

linda.dambrosiom@gmail.com

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