Ramón Guillermo Aveledo: Una buena noticia

Como ocurrió con el oro de Yulimar Rojas y las otras medallas olímpicas en Tokio, le hace bien a Venezuela, país ayuno de buenas noticias, ese jonrón quinientos de Miguel Cabrera, maracayero, “tigre” de Aragua aquí y de Detroit en la pelota norteamericana. En siglo y medio de historia, solo veintiocho lo han logrado en las Grandes Ligas y en el selecto club de triple coronados comparte honores con Ruth, Foxx, Aaron, Mantle, Frank Robinson y Ted Williams, único en duplicar esa hazaña.

Recuerdo bien la primera vez que lo vi. Entraba a un juego en el parque José Pérez Colmenárez ya empezada la parte baja del primero y pregunté al competente joven presidente del equipo aragüeño Rafael Rodríguez quién era ese campocorto tan alto que había atrapado un rodado para sacar al corredor y me dijo: “Es Cabrera, el muchacho que firmaron los Marlins por 1,8 millones de dólares”. Poco después cambiaría de posición, brillaría en la Serie Mundial, Detroit se lo llevó para que con su uniforme alcanzara al bate números sin precedentes para un criollo.

Lo conocí jugando en nuestra Liga, sólida institución venezolana desde 1946 y en la Serie del Caribe. Pude apreciar su talento ya más que conocido por todos, pero también su respeto por el juego, lo cual me parece incluso más importante, porque hay estrellas que endiosadas, cometen el error de considerarse por encima del deporte que practican. No es su caso y ha sabido corregir yerros.
Hablo del tema, claro, porque siempre me interesa el deporte como actividad y su influencia social y educativa, sobre todo el beisbol, como venezolano que lo sigue desde niño y que se sintió honrado por la responsabilidad directiva que le fue confiada entre 2001 y 2007, años duros de decisiones difíciles. Pero más que el interés personal que es cierto, veo un punto de interés nacional que afirmo sin hipérbole.

La cuestión trasciende a lo deportivo, terreno del mérito que disciplina, capacidad y trabajo en equipo de Cabrera han logrado, porque a la sociedad venezolana, tan golpeada por una crisis larga y múltiple, le hace falta reencontrarse con la confianza en sí misma, con sus potencialidades, con sus posibilidades. Hay mucha gente trabajando, invirtiendo, estudiando, buscando alternativas, individualmente o asociada, pero estos símbolos tienen enorme utilidad.

Ese jonrón de Miguel Cabrera en Toronto y los que siga bateando nos animan a vernos con optimismo. En equipo podemos, podremos.

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