Dylan J. Pereira: Política y juventud global

Recientes informes de Naciones Unidas confirman que más del 50% de la población del mundo tiene menos de 30 años, sin embargo, apenas el 2,8% de los parlamentarios a nivel mundial tienen menos de esta edad, lo que significa que, si esta proporción se reflejara en un año, las voces de los jóvenes dejarían de estar representadas después de apenas 10 días.

En mayo de 2022, la Oficina del Enviado del Secretario General de las Naciones Unidas para la Juventud y The Body Shop lanzaron la campaña Be Seen, Be Heard, una colaboración global que promueve la participación de los jóvenes en la vida política. Hoy continúa su labor, pero es necesario fortalecer las relaciones y alianzas con organizaciones de la sociedad civil.

El complejo fenómeno de desafección política es multidimensional y multicausal; por un lado una transformación radical en los medios, mecanismos y métodos de comunicación con la irrupción de las TICs y el fenómeno disruptivo de las RRSS, muchas veces usadas como vía principal de información para los más jóvenes, hecho que si bien de alguna manera pareciera tender a una suerte de “democratización” de la generación y consumo de información y contenido, es altamente riesgoso sino se cuenta con las herramientas y capacidades de pensamiento crítico para discernir qué consumir en una red infinita y desprovistas muchas veces de un marco axiológico y regulativo.

Las nuevas tecnologías sustantivan y exponen universalmente movimientos políticos, campañas sociales, como los llamados “chalecos amarillo” en Francia, pero también refuerzan discursos de odio, y argumentos que polarizan, que “tribalizan” los segmentos poblaciones acercando a los usuarios solamente con quienes comparten ideas, pensamientos, o elementos culturales, étnicos y sociales, alejándonos del necesario debate plural para nutrir el espacio democrático y la discusión pública.

El populismo contemporáneo o “neopopulismo” ha recurrido a las redes sociales como servicio para difundir sus mensajes e implementar en la sociedad una creencia de una supuesta efectividad; los algoritmos de las redes se encargan del restante trabajo. Al dar “like” o seguir una cuenta damos información de nuestro interés en las redes sociales; los algoritmos detectan estas preferencias y ofrecen contenidos generalmente cercanos a lo que pensamos y sentimos. Al tener esta compatibilidad con nuestras emociones y creencias, pocas veces nos pondremos a analizar si esa información es cierta, y probablemente la difundamos.

Este es el objetivo de estos programas y por qué se han convertido en una herramienta vital para el populismo, los populistas, y las fake news. Con la posverdad, lo malo es que, al rebajar los niveles de exigencia de la verdad, al huir de los análisis rigurosos, se desemboca en una visión simplista de la política y de la vida, en general, que dificulta distinguir el bien del mal.

El populismo se mofa de su lejanía a la desgastada política del país. Hacen sus anuncios por redes sociales y en general les interesa fomentar un clima de inestabilidad, desconcierto, en el que todos concordamos en una sola cosa, no todo lo que oímos es cierto. Esa inestabilidad, propia de la Modernidad Líquida que describía Zygmund Bauman, despoja de un sentido ético y virtuoso a la política.

Este ascenso de la posverdad en el debate político es preocupante al menos por tres razones interconectadas, como lo menciona Rodrigo Uprimny: I) permite el engaño a los electores, con lo cual la noción misma de soberanía popular se ve erosionada; II) permite el ascenso al poder de demagogos peligrosos, que pueden llevar al quiebre de la democracia; y III) afecta la calidad de la discusión pública, lo cual es grave, pues la deliberación pública ayuda a corregir errores ya que somete los argumentos empíricos y teóricos a la controversia, que muestra las debilidades y fortalezas de las distintas tesis y promueve entonces decisiones colectivas más racionales sobre los asuntos colectivos. Asimismo, la posverdad es irracional y la democracia es una de los mayores exponentes de la expresión racional de las sociedades.

Según un estudio del CIS (2023) en España sólo el 6% de los jóvenes tienen algún tipo de afiliación a partidos políticos; una realidad que se replica en muchas latitudes. Es imperativo revertir ese proceso; en opinión de politólogos extraordinarios como el italiano Sartori, sólo fortaleciendo las instituciones democráticas, los sistemas de partidos -particularmente las alas juveniles-, y retomando el concepto de representación podremos apuntar hacia proyectos comunes de amplio consenso social y político. Involucrar a los jóvenes en los procesos de toma de decisión política no es una pretensión arrogante, sino crucial para el funcionamiento de las democracias que enfrentan desafíos multidimensionales desde el cambio climático, a guerras en diversas partes del mundo, hasta la herencia perniciosa de sociedades profundamente desiguales y polarizadas;

Existe una falacia al generalizar que la juventud carece de credenciales académicas y/o profesionales. Según los últimos datos de la Unión Interparlamentaria Noruega tiene la mayor proporción de jóvenes políticos del mundo. El 13,6% de los legisladores noruegos tienen menos de 30 años, la cifra más alta del mundo. Otros líderes globales jóvenes son el presidente Gabriel Boric en Chile o el primer ministro de Montenegro.

Recientemente Gabriel Attal, catalogado por muchos diarios franceses como el “niño prodigio de Francia” fiel seguidor del presidente Macron, con 34 años, se ha convertido en el primer ministro más joven de la historia moderna de Francia, siendo más joven que el socialista Laurent Fabius, quien fue nombrado por François Mitterrand en 1984 a los 37 años. Ha logrado imponerse a pesos pesados como Gérald Darmanin y Bruno Le Maire. Además, asume el cargo en un momento muy delicado en las esferas del poder en París; el Congreso se encuentra en una gran paralización en torno a procesos como la nueva ley migratoria y las reformas planteadas al sistema de pensiones; se suma un panorama político europeo desafiante de cara a las elecciones al Parlamento Europeo en junio.

No pretendemos de forma alguna desestimar la invaluable experiencia de nuestros mentores y antecesores, pero es urgente que los jóvenes tomemos protagonismo en la escena política, local, regional y global.

Dylanjpereira01@gmail.com 

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