Cuando va transcurriendo el último mes del año, a quien también le dicen “diciembre navideño”, los analistas políticos que se encargan de comentar el acontecer político nacional tienen en estos momentos enfiladas sus baterías reflexivas a seguir interpretando los resultados electorales ocurridos en las megaelecciones del día domingo 21 de noviembre de 2021. Sigue llamando poderosamente la atención la insistencia de los autollamados radicales antimaduristas en asegurar de que el gran perdedor en esas importantes elecciones fue nada menos que “el madurismo”, porque el análisis político que realizan desde el odio visceral al Gobierno, les hace ver que “el madurismo”, al ganar por lo menos 20 gobernaciones (queda pendiente Barinas), fue el gran perdedor de esta contienda electoral y la oposición política, que obtuvo sólo 3 gobernaciones, fue el gran ganador.
Así, definitivamente nos encontramos bajo una rara y sospechosa interpretación (nada objetiva) que se encuentra fuera de toda lógica y racionalidad, en la que pretenden ocultar “el sol con un dedo” para no reconocer el estruendoso fracaso que tuvo la oposición política, cuando decían en plena campaña electoral de que iban a lograr casi todas las gobernaciones, porque según unas supuestas encuestas que están en su poder y que manejan desde hace cierto tiempo, y cuyos datos utiliza mucho la dirigencia opositora antimadurista en sus discursos y cuando son entrevistados, afirman que 90% de la población quiere salir ya del “nefasto gobierno de Maduro”. Pero la realidad electoral dice todo lo contrario, cuando “el sector oficialista” saca alrededor de 4 millones de votos y con un poco más de 45% del total de votantes, lo que contrasta con la dispersión del voto opositor y con una abstención aproximada a 57% del total de inscritos en el registro electoral permanente.
Sin embargo, de manera obstinada y forzando la realidad política, los antimaduristas están diciendo que en Barinas perdió “el madurismo” porque afectó al chavismo en la tierra del comandante eterno, Hugo Chávez. Por supuesto, habría que evaluar en profundidad qué está pasando en esa entidad llanera y revisar la eficacia de las políticas públicas.
¿Cansancio, apatía o decepción?
Politólogo