José Félix Díaz Bermúdez: Miranda, el Generalísimo

El general Francisco de Miranda, caraqueño, venezolano, americano, universal, para el momento en que fue diputado del Congreso de 1811 y, posteriormente, “Generalísimo de las armas de toda la Confederación Venezolana”, fue sin duda, el político y militar más significativo en nuestra región, apreciado en Norteamérica, reconocido en Europa y en Rusia.

Le precedía un pensamiento, una acción, una obra, una visión documentada, ilustrada, trascendente de nuestro continente, única si apreciamos su complejidad, su elaboración intelectual, el detalle de sus estudios y consideraciones en todos los ámbitos para la organización de la América Española, no restringida a su propio país, capaz de abarcar como lo hizo el destino del mundo libre.

Nadie más culto entre los militares y políticos que Miranda; nadie más experimentado entre los revolucionarios, nadie más avanzado entre los republicanos y demócratas y quien aspiró el desarrollo de: “la libertad racional”.

Sus relaciones fueron las más importantes de su tiempo. Estadistas, gobernantes, políticos, militares, parlamentarios, sacerdotes, revolucionarios, científicos y humanistas, estrecharon con él vinculaciones compartiendo sus ideas y proyectos mostrando en todas partes las posibilidades singulares de la América Hispana.

Después de haberle dado a Francia magníficas victorias como uno de los principales generales de la Armada del Norte, después de haber sostenido a la República contra sus opresores y traidores al enfrentar las injusticias contenidas en la propia Revolución, procesado y encarcelado por intrigas en los bandos, unos de sus jueces, Chaussard, expresó en admirables términos: “Si la República sólo tuviera generales como Miranda, no existirían los déspotas”.

Miranda fue un personaje de alta significación en la política de su tiempo. Durante mis investigaciones en Francia he encontrado abundantes documentos, testimonios, inscripciones, monumentos, impresos de su propia época que resaltan su figura ejemplar.

En la prensa francesa, por ejemplo, las noticias sobre las acciones de Miranda eran frecuentes. La “Gazzette National ou Le Moniteur Universel” del 03 de diciembre de 1792, reseñó el triunfo de Miranda en Amberes, Bélgica, y la capitulación de la ciudad, publicación en la cual debemos referir una notable carta suya, poco conocida, en la que escribe al jefe del ejército enemigo lo siguiente: “Mi lugarteniente …también os hablará de la consideración que debéis a los habitantes de la ciudad, puesto que, en mi ataque, he tendido cuidados para vuestra ciudadela”.

Ese gesto, esa conducta militar, coloca a Miranda entre los precursores del derecho humanitario en medio de la guerra, principio fundamental vergonzosamente no cumplido en esta época por quienes atacan a mansalva y sin piedad a los pueblos que conquistan y a los pueblos que protestan.

El 09 de marzo de 1793, ese mismo impreso contiene una importante carta de Miranda sobre el sitio de Maastricht en el cual informaba sobre el progreso de esta acción.

No obstante su comportamiento militar en defensa a los intereses de la República por enfrentar a alguno de sus jefes, fue juzgado por el Tribunal Revolucionario, resultando finalmente inocente, tal como lo indicaba ese periódico el 30 de mayo: “No solamente los jurados han unánimemente declarado al general irreprochable…” sino que también: “El pueblo, después de haber aplaudido con emoción la decisión, llevó al general en triunfo hasta la casa de su defensor Chaveau Lagarde…”.

Otros diarios de Europa se referían a sus acciones. Por ejemplo el: “Journal de L´Empire”, el 17 de octubre de 1806, comentó sobre la presencia de Miranda en Trinidad con: “300 voluntarios y varios oficiales experimentados” y su avance sobre el territorio venezolano para: “marchar sobre Cumaná y después sobre Barcelona”.

Luego del 19 de abril de 1810, y con el establecimiento del Congreso en 1811, Miranda, diputado del Pao, realizó aportes sustanciales en el debate de la Constitución e impulsó con éxito la Declaratoria de la Independencia el 05 de julio, logrando inclinar con su presencia y su prestigio la balanza a favor del pronunciamiento.

Víctima de sucesos adversos como fueron el terremoto de 1812 y la perdida de la Plaza de Puerto Cabello a cargo de Bolívar, ante el resurgimiento de la lealtad a España, traicionado por los suyos y por los realistas que incumplieron la Capitulación, habiendo cuestionado nuestras contradicciones como pueblo naciente, terminó Francisco de Miranda su existencia en las más terribles condiciones en varias prisiones donde estuvo hasta llegar a Cádiz, desoído y olvidado por los suyos luego de tantos sacrificios por la independencia de: “Nuestra América” como una vez la llamó.

En Valmy (Marne, Francia) se yergue su monumento, obra del escultor venezolano Lorenzo González y colocado en el lugar en 1930. De la misma manera, en Cádiz, España, también se encuentra un monumento suyo admirable y significativo.

Una postal centenaria que poseo de la Estatua de Miranda en Caracas (1883) es, según parece, el monumento más antiguo del Precursor en la ciudad.

Puerto La Cruz en Venezuela debe rescatar su plaza abandonada en el centro de la ciudad. Su plaza en Barcelona, en cambio, es una hermosa y forma parte de un conjunto de monumentos históricos destinados a la memoria del país.

jfd599@gmail.com

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