Javier Vidal: Meninamanía

Y allí estaba ella, la infanta María Teresa, en medio del sereno y plúmbico modelaje de los dos monarcas de la casa de Habsburgo, don Felipe IV, junto a su esposa y sobrina la reina Mariana de Austria, interrumpiendo la sesión de Velázquez en su servil oficio de retratar a la familia real en un cuadro que jamás veremos.

Rodeándo a la que, para ese instante, ocuparía la futura corona del imperio donde nunca se pone el sol, están sus damas de compañía que siglos después las bautizaron como las meninas: Agustina de Sarmiento e Inés de Zúñiga, ambas con títulos nobiliarios. El cortejo no termina ahí: en el cuadro de marras que se llamó La Familia de Felipe IV, la enana cabezona alemana, Mari-Bárbola junto al enanito bufón Nicolasito Pertusano dándole una patada al apoltronado mastín León; detrás de ellos sor María Jesús de Ágreda con un anónimo cortesano de dudoso género. Al fondo junto al espejo veneciano donde se emborronan las imágenes de los soberanos que posan frente al pintor de palacio está el aposentador de su Majestad, José Nieto al quicio de la puerta con sombrero en mano. Por supuesto Velázquez, mirándonos mientras escruta a la ausente pareja real.

María Teresa fue inmortalizada por Velázquez no sólo en este portento de la cultura occidental, sino en otros tantos más que llegan a cinco. Fue la más hermosa y angelical de los Austria. Alegre, lozana y pizpireta. Lozanía que se volvería mustia al casarse con su primo Leopoldo, emperador del Sacro Romano Imperio y convertirse en Emperatriz.

Siendo ella infanta en el familiar cuadro de Velázquez y luego emperatriz, el roce del vulgo o el vulgo roce de su popularización la convirtió en “menina”, vocablo que nos regaló el portugués.

Menina = niña.

Las Meninas Caracas Gallery es una exhibición de arte urbano, ideada por el artista plástico venezolano, Antonio Azzato. Hazaña que empujó la alcaldesa socialista Manuela Carmena en Madrid del 2016 y que replica en Chacao con el Alcalde Gustavo Duque, un poco menos socialista y más visionario.

19 esculturas de tamaño natural, salvo una, que salen a la calle y turban al cotidiano ciudadano de a pie en un municipio donde se puede desplazar a tal.

Las Meninas se han convertido no sólo un entretenimiento a cielo abierto sino que nos ha invitado a ser especialistas de un cuadro donde, hasta ahora, pocos hablaban en casa, bares, tascas, busetas y, además, tomar fotos para eternizar nuestra cultura.

Velázquez nos pertenece tanto así como Calderón, Lope, Cervantes y La Celestina de Rojas ya que su presencia nos arropa fundacionalmente. Son nuestras raíces. Velázquez pintó al rey Felipe IV y su familia cuando a Venezuela le faltaba aún más de un siglo para llegar a ser Capitanía General. Invento Borbón. El Duque Alcalde suma varios puntos a su haber y los gana con la Cultura. La que para muchos, demasiados para mi gusto, la cultura es un adorno.

Ahí están las Meninas con la iconografía simbólica de nuestra identidad: un pelotero, una futbolista, diseñador, ron, tucán, guacamayas, el araguaney y el pica-pica, la orquídea y el colibrí, Cruz-Diez, Oscar D’León y faltaría más: Bolívar.

Tradición y vanguardia de la mano.

javiervidalpradas@gmail.com

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