Las elecciones presidenciales de Irán el próximo #18Jun provocarán cambios tectónicos en la política y la gobernanza del país

Las elecciones presidenciales de Irán del próximo 18 de junio provocarán cambios tectónicos en la política y la gobernanza del país. La votación fortalecerá el poder de las fuerzas armadas en anticipación de la transición hacia un nuevo líder supremo y planteará más preguntas sobre la legitimidad popular del sistema político. Por primera vez desde 1997, el Consejo de Guardianes ha descalificado a candidatos de los campos “reformistas” y “moderados” (como son popularmente denominados), lo que ha provocado llamamientos generalizados a boicotear las elecciones.

Por: Ali Reza Eshraghi | El Confidencial 

Sus rivales, los denominados “principlistas”, alineados con los núcleos de poder más radicales de Irán, están listos para capitalizar estos cambios. Pero la elección también ha agravado las crónicas disputas internas del movimiento. Un chiste que se ha popularizado en los últimos días en las calles de Irán es que Ebrahim Raisi, el presidente del Tribunal Supremo y líder de facto de los principlistas, se opondrá a otras seis grafías de su propio nombre.

Es la única figura política destacada que ha recibido el permiso del Consejo de Guardianes para participar en las elecciones, que está estrechamente alineado con el líder supremo, Ali Jamenei y puede vetar cualquier candidatura. Los dos principales rivales de Raisi eran el vicepresidente Eshaq Jahangiri, un reformista, y Ali Larijani, un ex líder del Majlis (Parlamento) considerado como moderado. El Consejo de Guardianes vetó ambas candidaturas, aprobando en su lugar las de dos de los subordinados de Raisi, que parecen dispuestos a abandonar la carrera.

Saeed Jalili, un ex jefe negociador de línea dura y un opositor vocal del acuerdo nuclear de Irán, también está en la contienda. Pero, a juzgar por las encuestas, tiene pocas posibilidades de ganar. Y luego está Mohsen Rezaei, un ex comandante en jefe de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC, en inglés) que, de acuerdo con los sondeos, se está preparando para perder su cuarta candidatura presidencial.

El concurso también involucra a otras dos figuras públicas: Abdul-Nasser Hemmati, quien hasta el domingo pasado era el gobernador del Banco Central de Irán, y Mohsen Mehr-Alizadeh, quien dirigió la Organización Nacional de Deportes entre 2001 a 2005. Ambos se han declarado independientes, pero la campaña de Raisi insiste en llamarlos “reformistas”.

Es probable que Hemmati y Mehr-Alizadeh funcionen como vacunas políticas: una forma debilitada de competencia que inmunizará a Raisi contra las acusaciones de manipulación de votos. Todavía podrían obtener el respaldo de algunos moderados y reformistas desesperados por impedir que Raisi obtenga la presidencia, pero es poco probable que desafíen al ‘establishment’ de línea dura de la misma manera que lo hizo Hasán Rohaní, el actual presidente.

Todos los indicios apuntan a que Raisi —apodado el ‘Ayatolá de la ejecución’ por la oposición iraní debido a su papel en las ejecuciones extrajudiciales de miles de prisioneros en 1988— ganará fácilmente, dando a los radicales el control de todas las palancas clave del poder del país.

Apatía entre los votantes

La decisión del Consejo de Guardianes de descalificar a Larijani y Jahangiri fue una sorpresa incluso para algunos sectores afines a los principlistas, los cuales han criticado la decisión por considerar que el próximo presidente carecerá de legitimidad popular por ello

En un acto sin precedentes, Sadegh Larijani, uno de los miembros del consejo designado por el líder supremo, también condenó la decisión del consejo y la atribuyó a la intromisión del «aparato de seguridad», un término para el IRGC.

Este es un giro irónico, dado el papel que él, un ex presidente del Tribunal Supremo, desempeñó en la represión del Movimiento Verde de Irán en 2009 y el encarcelamiento de cientos de activistas políticos. Incluso el ex presidente Mahmud Ahmadineyad, cuya candidatura también vetó el consejo, ha anunciado que no votará en las elecciones. Figuras clave de todo el espectro político, incluido Rohaní, han pedido a Jamenei que revoque los vetos, pero ha sido en vano.

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