22 de noviembre de 2024 3:08 PM

Ricardo Combellas: La antesala del poder

He leído con fruición el interesante libro de Juan Carlos Zapata, Chávez a la hora y en la hora de su muerteBien escrito, con el lenguaje fluído y provocador del periodismo investigativo, el libro se coloca dentro de la selecta lista de las publicaciones que sobrevivirán a la maraña de lo que tanto se ha impreso en torno a la figura del fallecido presidente Hugo Chávez Frías. Cosas del destino; he escuchado el comentario sobre Chávez al comienzo de su andadura política, señalando a su gente más cercana  que su nombre se imprimiría con fuerza en la historia venezolana, lo cual me recuerda una confesión que le hace Carl Schmitt a su discípulo Manuel García-Pelayo, cuando éste se despide del maestro, concluida su relación académica, y que recoge el epílogo de la magistral obra de Schmitt dedicada a la teoría de la constitución. Se trata de un aforismo de Jünger que reza: “Nadie muere antes de cumplir su misión, pero hay quien la sobrevive”. Chávez sin duda ha sobrevivido a su muerte, como lo muestran tantas actitudes, tanto sufrimiento, un sello candente sobre nuestro ser nacional, incluido el debate necrológico de su controvertida muerte, que revive y se nos recuerda cada cierto tiempo para atormentar nuestra  conciencia: ¿cuándo definitivamente murió?, ¿dónde murió?, ¿cómo murió?

El lacerante tema es analizado con sobriedad y no menos contundencia en el libro de Zapata, donde también transcurren otros de la mayor actualidad y relevancia: la llamada “invasión consentida” de Cuba a Venezuela; la decisiva influencia, sin duda nefasta, de Fidel Castro sobre Chávez, y por ende sobre la “revolución bolivariana”; la desaforada  corrupción de los “boliburgueses” y los “bolichicos”; el mito; el resentimiento; el leguaje y su manipulación, inscrito en el epígrafe de Zapata con estas contundentes palabras: “En el chavismo nada puede ser verdad, porque todo puede ser mentira”; todos los cuales tornan la investigación del autor en una fascinante aventura.

Carl Schmitt, el teórico por antonomasia de la dictadura, no se convoca en estas líneas por simple curiosidad. Y es que la temática a mi modesto entender más original tratada en la obra que a nuestro modo reseñamos, lo es el de la sucesión de Chávez, el sordo combate por convertirse alguno de su séquito más cercano en el jefe de Estado de esa querida nación que llamamos Venezuela. Así, con maestría y sobriedad, el autor analiza el complejo proceso donde el  presidente concluye designando a Nicolás Maduro como su legítimo sucesor, dentro de una discutida  interpretación de nuestra Constitución. ¿Y por qué el llamado a Schmitt?. Una larga frase de su sugerente “Diálogo sobre el poder y el acceso al poderoso”  lo explica a sus lectores: “Cuanto más concentrado esté el poder, como en una cima, en un determinado puesto, en un determinado hombre o grupo de hombres, más se agudiza el problema del pasaje y la cuestión del acceso a la cima. Mas violenta, acérrima y sorda se vuelve también la lucha entre quienes ocupan la antesala  y controlan el pasaje. Esta lucha en el ambiente turbio de las influencias indirectas es tan inevitable como esencial para todo poder humano. Es en esta lucha que se materializa la dialéctica interna del poder humano”.

En los regímenes democráticos esa lucha por el poder encuentra su cauce en las elecciones y el poder normativo que le imprimen las normas constitucionales, siempre que sean respetadas gracias a una suerte de “auctoritas” institucional. Por el contrario, en los regímenes autoritarios la tarea es más compleja, siempre única, más tratándose de la sucesión de un liderazgo carismático como es el caso de Chávez, lo cual muchas veces concluye  en luchas intestinas y violencia, como lo revela la larga historia de las dictaduras, incluso en Occidente, desde las épocas lejanas cuando comenzaron a derramarse los diques que contenían las pasiones en la esplendorosa y ejemplar República Romana , y que cautivó a hombres de todas las épocas como Maquiavelo, Rousseau y nuestro Libertador Simón Bolivar.

El régimen que nos gobierna pasó la prueba, pues no hubo ni violencia ni amago de lucha intestina, aunque nos sea difícil conocer el intríngulis de sus decisiones, quedando a todo evento patente que en la antesala del poder se encuentran muchas claves del poder político, tanto en dictadura, aunque menos traumático, tanto en democracia, pues aquí las mentes intrigantes han enturbiado más de una vez el delicado traspaso de unos a otros de esta codiciosa pasión humana que llamamos la ambición de poder.

El Nacional

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