21 de noviembre de 2024 11:05 PM

Alirio Pérez Lo Presti: El mundo se mueve

No hay manera de que en el mundo las cosas se detengan, incluso las cosas pueden adquirir un dinamismo que solo genera vértigo por la incapacidad de procesar tanta intensidad propia de lo humano. De actores pasamos a simples espectadores en un abrir y cerrar de ojos, lo cual puede en ocasiones, producir confusión, cuando no desgano. Al colocarle la lupa a tanto movimiento, creo que lo que se desprende es una sensación de mareo que nos impide ver mejor las cosas buenas que nos rodean. En ocasiones es recomendable usar mejores anteojos.

Entre los árboles del bosque

Tal vez por esa sensación de velocidad, que en ocasiones puede ser incómoda, decidí meterme de cabeza a estudiar la Antología en Verso y Prosa de la escritora chilena Gabriela Mistral, en Edición Conmemorativa de las Academias de la Lengua Española impresa en 2010. Sobre el interés que me ha despertado esta autora trataré de escribir más adelante, si las circunstancias me lo permiten. Mientras tanto, leo sus libros con un interés tan genuino como tantas veces me ha ocurrido con aquellos autores a quienes voy descubriendo sin haber tenido la sospecha de la enorme riqueza que encerraban sus textos. Leyendo a Gabriela Mistral no sólo voy explorando a un autor y sus intereses, que en ocasiones se hacen compartidos, sino que me voy adentrando en las claves que me permiten comprender el país llamado Chile, su devenir histórico y las características culturales que van apareciendo como una especie de código secreto que permite la interpretación sólo si tenemos acceso a las combinaciones que pueden descifrar las oraciones de los textos. En eso ando en estos tiempos agitados, mientras cierto sosiego hace de las suyas en mi mundo interior.

La planificación de la vida social

Por solicitud de mi esposa y como una tarea que estoy cumpliendo de manera rigurosa, estoy trabajando en ampliar los horizontes de mi vida social. De ahí que tengo semanas de fiesta en fiesta y celebración en celebración tratando de conocer gente nueva, retomando los amigos con los que había perdido contacto y por encima de todo, bebiendo los buenos vinos que nos regala la tierra chilena, disfrutando de la cada vez más autóctona y vernácula gastronomía que ya ha transformado mi paladar al punto de haber aprendido a disfrutar de sabores con los cuales no pensé que pudiese congeniar y por encima de todo, estoy dedicado a bailar. En definitiva, entre los escurridizos pasajes de nuestra presencia en estas tierras, la celebración de la existencia debería ser uno de los destinos de rigor para cualquier persona que tenga un mínimo de valoración por la vida.

Paz y amor

Me parecen muy admirables las personas que están dispuestas a dar su vida por su patria. No pertenezco a ese grupo de gente porque en mí domina un nihilismo que me impide resonar con causas tan estrambóticas y etéreas como esos conceptos. Creo y soy un defensor de la necesidad de la existencia de las libertades individuales como aspectos que no pueden ser cuestionados en un sistema mínimamente respetuoso de lo humano. El problema es que cuando nos enfrentamos a un “otro” que no cree ni en la democracia, ni en la ley, ni en el respeto la vida, entonces tal vez la necesidad de salvaguardar nuestra existencia se pone como algo prioritario a esos ideales tan grandilocuentes como “patriotismo” y otros conceptos que a mi juicio son completamente inasibles. Creo en la gran patria mundial de la cual me puedo surtir en su infinitud de vertederos y en la universalidad del amor como una manera de cultivar y practicar la paz. En eso creo.

Derrotas dignas, vencedores sin gloria

Producto de una sociedad en donde se podía perder dignamente precisamente porque se perdía y se vencía si se hacía a través de las maneras más abominables pensables, definitivamente soy de los que prefiere una derrota con dignidad por encima de un triunfo empantanado por la ausencia de gloria. A fin de cuentas, en muchísimas ocasiones pensamos que estamos perdiendo cuando en realidad vencemos y viceversa. De esa manera de ver y entender cuanto me circunda sigue avanzando la aventura de mi vida, que lejos de detenerse, me empuja una y mil veces a seguir adelante; ya sin la prisa de antes, pero sin detenerme en ningún momento. De ahí que los recorridos se han hecho más amplios y las zancadas más largas. En mi burbuja personal, que cada día que transcurre veo que es menos personal de lo que creía, hay espacio para los estrechones de manos, los abrazos afectuosos y las buenas conversaciones entre personas que se respetan, se quieren y hasta se admiran entre sí. Un nuevo regalo de la vida en medio de tantas aparentes derrotas a las que tenemos que voltear y verle la mejor cara. Una señora trata de cruzar la calle mientras vengo de una reunión con buenos amigos y del brazo, la ayudo a llegar a la otra acera. Su sonrisa y agradecimiento tal vez sean suficientes para justificar un momento, una historia o incluso una vida.

Filósofo, psiquiatra y escritor venezolano.
alirioperezlopresti@gmail.com
@perezlopresti

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