Hace poco vi una película española. Una madre, sumamente apegada a su hijo y a su vida amorosa, hermosa, educada y con dinero, demasiado preocupada porque las cosas fueran perfectas. El marido lucía más centrado, y muy metido de cabeza en su trabajo, algo muy común en los hombres, por aquello de las tres “P”: protector, proveedor y preñador. Y para proveer en estos tiempos, hay que ganar mucho, sobre todo si él solo mantiene a la familia… y a ese nivel de riqueza y lujo.
Dra. Nancy Álvarez / El Nacional
El famoso niño de mamá les tenía una sorpresa. La madre no paraba de preguntar adónde iban y para qué, mientras los nervios se comían al muchacho. Y después de tartamudear y mirar para otro lado, dijo que iba a presentarles a su novia.
Llevaban un rato buscando la dirección, y se internaban cada vez más en un barrio de gente bien pobre. Aquella señora, llena de joyas y traje de seda, estaba aterrada cuando se bajó del lujoso carro.
Esa familia “perfecta” no sabía qué decir, aunque no la dejaban hablar, porque eran muy mal educados. La señora perfecta iba de un susto a otro, y casi muere cuando la novia y futura nuera le suelta que se casan. Casi se desmaya.
Toda pareja tiene pequeños agujeros dentro de su burbuja, por la que entran muchas cosas. O sea, el que no atiende su cartón, le cantan bingo. Y la señora perfecta estaba totalmente sola, sexualmente desatendida, entre otras cosas. Al padre del niño le hicieron “bingo” por no cuidar su cartón.
Mi gran amigo, el Dr. Francisco Cabello, gran sexólogo español, después de realizar el estudio más grande sobre el deseo sexual, dice que a las mujeres ya no les “duele la cabeza”. Ahora les duele a los hombres. Para decirlo en cristiano, ya las mujeres, desde los ochenta, han decidido ejercer su sexualidad a plenitud y sí aceptan y disfrutan el deseo sexual. Con algo a su favor, no necesitan una elección para disfrutarla, y la resequedad vaginal y el bajón del deseo en menopausia, lo resuelven con las fabulosas hormonas bioidénticas.
La señora perfecta no era la mala del cuento. El filme lo explica muy bien al final. Y una vez se confirma que el matrimonio es un espacio de comunicación de emociones y sentimientos. Si nos callamos lo importante, rompemos la burbuja y entra por los agujeros “todo” lo que interiormente estamos extrañando, y de qué manera.
Hombres, olvídense de la genitalidad. Ustedes no son un pene erecto andando por el mundo. El sexo nace y muere con nosotros, y cada edad tiene su encanto. Mujeres, ayuden a sus hombres, que son analfabetos emocionales y sufren en un mundo que no entienden. Les quitaron su trono, ¿y qué hacen con lo que la sociedad les exige de un momento a otro? No es fácil.