El hambre emocional es un trastorno alimenticio en el que la persona presenta conductas impulsivas que la llevan a consumir alimentos específicos tras haberse desencadenado una situación emocional no controlada.
Por: El Espectador de Caracas con información de 800Noticias
La ansiedad y el hambre emocional
Por lo general, los episodios de ansiedad, vienen luego acompañados por un sentimiento de culpa una vez que la persona ha saciado su necesidad alimenticia, pero sigue sin resolver el conflicto emocional que la originó, derivándose de esta manera en un círculo vicioso.
Si bien es cierto que muchas personas asocian este desorden alimenticio con las emociones negativas, tales como la tristeza, la ira o el miedo, podemos sin darnos cuenta de ello, estar tratando de justificar la ingesta compulsiva de alimentos para celebrar la emoción que nos genera algún evento favorable en la vida.
Hay especialistas que señalan también como una causa del hambre emocional la carencia de emociones por largos períodos de tiempo. Incluso puede ser causada por simple aburrimiento.
¿Cómo diferenciarlas?
Es aquí donde debemos reparar en preguntarnos si lo que estamos experimentado es hambre real o más bien se trata de hambre emocional. Para ello, debemos aprender a diferenciar cuando se trata de una o de otra.
El hambre real proviene de la necesidad de nuestro organismo de reponer energías para seguir trabajando. Aparece progresivamente y viene acompañada de manifestaciones corporales evidentes, tales como:
-Desfallecimiento en menor o mayor grado, lo que indica la necesidad que tiene nuestro organismo de recargar energías para seguir su normal funcionamiento.
-Ruidos en el tracto digestivo que se producen por la acción del mismo al no tener alimentos que pueda procesar durante su normal desempeño.
-Dolores de cabeza que aparecen como respuesta a la fatiga en sí, producto del consumo de nuestras reservas energéticas.
-Cambios de humor productos de la misma necesidad de alimentarnos y no haber podido satisfacer dicha demanda.
Es importante considerar, además, que el hambre real se controla al saciarse luego de haber consumido las porciones de alimento necesarias que nuestro cuerpo demanda.
A diferencia del hambre real, en la que ingerimos alimentos comunes a intervalos regulares, el hambre emocional aparece súbitamente en cualquier momento. Se caracteriza por la necesidad de consumir algún tipo específico de alimentos o un sabor que tenemos en mente y cuya saciedad no disminuye la ansiedad de continuar consumiéndolos.
El hambre emocional desencadena cambios notorios en tu estado de ánimo en forma de ansiedad. Son esos impulsos repentinos son los que te hacen a caer una y otra vez, calmando los antojos derivados de cualquier situación emocional que se nos hace difícil manejar.
Consecuencias
Dependiendo de la frecuencia y de los tipos de alimentos consumidos, el hambre emocional puede convertirse en un serio problema si la situación se sale de control.
Puedes llegar a perjudicar tu salud con la aparición de nuevas dolencias como el aumento anormal de peso o la formación de grasa corporal. Asimismo, incrementos en los niveles de azúcar o sodio en el organismo podrían llegar a derivar en diabetes o hipertensión arterial entre otras complicaciones.
Como en cualquier desorden que provoque cambios sustanciales en nuestra conducta, es imprescindible realizar una evaluación para determinar si existen o no elementos que nos permitan identificar la presencia de un problema.