Con Spengler sobre la decadencia

Teódulo López Meléndez

El libro apropiado para leer estos días de diciembre puede llevarnos a varios considerandos, pero ahora no he tenido la menor duda: “La decadencia de occidente” de Oswald Spengler.

También a estas alturas cuando se dice leer debe interpretarse releer. Porque hemos adquirido la convicción de que mucho vale volver a textos que estudiamos tiempo atrás.

Y por supuesto recordar los improperios que le soltaron a Spengler. El libro fue publicado en 1918 y allí estaba Europa viviendo la postguerra sobre el sepulcro de los imperios fallecidos. En buena medida lo que hizo Spengler fue soltar sus ideas sin detenerse en academicismos.

No pretendo escribir una nota crítica sobre este libro. En la fecha provoca más bien explicar los motivos de una escogencia. Baste mirar lo que sucede ahora, escuchar a voceros como Borrel, el secretario de la OTAN Jens Stoltenberg o la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen y, por supuesto, la propaganda de guerra de los actores del actual conflicto, lo que nos hace recordar aquella expresión que jamás se miente tanto como antes de unas elecciones, durante una guerra y después de una cacería.

Es que esas reuniones de ministros europeos, corriendo de allá para acá, diciendo que se le acabaron las armas pues se las enviaron todas a Ucrania y que habrá que hacer una colecta para el rearme, mientras la industria armamentista hace su agosto después que las farmacéuticas hicieron el suyo, nos hace volver a recordar la decadencia de occidente.

La mediocridad instalada es muy peligrosa, como lo es en estos países nuestros donde se elige un inepto como “sombrero blanco” o como en Venezuela donde lo que se nota es hambre de poder antes que la búsqueda del poder para servir.

En fin, ando con “La decadencia de occidente”, libro que ya no tengo, pues hace tiempo doné todo ante la insistencia de esa estupenda dama llamada Virginia Betancourt y a su sueño de levantar una espectacular Biblioteca Nacional. Ahora lo leo en PDF gracias a la gentileza de ese especial tuitero @somaroric.

Cuando era joven y andaba por los talleres en Barquisimeto oliendo tinta un viejo maestro llamado Esteban Rivas Marchena me dijo, “en estas fechas escribe ligero, que la gente anda borrando la memoria”.

@tlopezmelendez

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