Aurora Lacueva: Evitar la falsa participación

La reciente Ley de Participación Estudiantil podría traer muchos beneficios, con una reglamentación acertada y bien aplicada. Importa evitar que se desvíe hacia una participación superficial y burocrática o, peor aún, hacia intentos de control político del estudiantado desde el poder. Por otra parte, el momento que vive nuestra sociedad, y en particular nuestra educación, recomendaría posponer la concreción en la práctica de esta iniciativa. Graves limitaciones económicas que agobian a muchos discentes, malas condiciones de infraestructura y dotación de los planteles, ínfimos sueldos magisteriales: todo ello conforma un ambiente poco propicio para el ensayo en las instituciones educativas de una novedosa gobernanza, más democrática. 

Porque para lograrla es necesario dedicar bastante tiempo y esfuerzo, a fin de movilizar a todo el estudiantado, informarle sobre sus crecientes posibilidades de actuación, estimular postulaciones, cumplir elecciones, organizar espacios, asumir novedosas actividades, e ir así aprendiendo en la práctica a construir un liceo más democrático. Desde luego, los propios estudiantes han de ser protagonistas en tal esfuerzo, pero es necesario el acompañamiento convencido del profesorado. ¿Puede pedírsele hoy esa labor adicional? Además, no sólo el estudiantado debe participar: también deben afinarse los canales de participación para las y los docentes, el personal administrativo y obrero y las familias. 

Pareciera necesario dar primero algunos pasos en el mejoramiento de los problemas que hemos señalado, para luego desarrollar de modo satisfactorio una propuesta como la que la Ley plantea. Hay que evitar caer en falsas participaciones, ritualistas e intrascendentes. O en la participación solo de una minoría, quizás la más cercana al gobierno (la FVEEM de hoy se ha declarado chavista como institución). La sociedad venezolana es plural, y suponemos que al lograr movilizar a todas y todos, los órganos de participación estudiantil serán plurales también. Lo contrario es contar con una masa de alumnado poco activado, no involucrado, y unos minoritarios voceros unicolores que sigan pautas desde arriba. Así se trastrocaría la participación estudiantil en mero instrumento ajeno, siendo que es un valor en sí misma, a respetar y aprovechar en su autenticidad. (Twitter: @AuroraLacueva)

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