Más que dramático lo que acaba de ocurrir en los EEUU, cuando el pasado 24 de mayo, un joven de apenas 18 años mató a 19 de sus colegas estudiantes y dos profesoras de un colegio en Texas, precisamente el primer territorio que el imperio le robó a México en 1835 (13 años después le asaltó más de tres millones de kilómetros y medio, destacando California), hecho originado en la venta libre de armas en ese país, que a su vez regala armas de guerra con valores de millones de millones de dólares y un ejemplo lo tenemos en Ucrania, donde desató una guerra contra Rusia, que en su defensa está resultando vencedora. Además del suministro gratuito de armas a los países de la tal OTAN que el papa Francisco calificó de “perra”.
De acuerdo a las informaciones periodísticas, esta matanza viene a ser “el tiroteo con más víctimas mortales en EEUU, en lo que va de 2022, y ocurrió diez días después de que diez personas fallecieran (asesinadas) por disparos en un supermercado en Búfalo (Nueva York) en un ataque por motivos racistas. Además, es el segundo tiroteo más mortífero de las últimas décadas en un centro escolar, después de lo ocurrido en 2012 en la escuela de Sandy Hook en Newton (Connecticut), donde murieron 26 personas, la mayoría de ellos niños.
A esta información se le pueden añadir decenas con el mismo tenor, destacando las numerosas denuncias sobre tales acontecimientos, en los que no se pueden omitir las relacionadas con las agresiones, el aporte de armas, los planes para asesinar a personajes, destacando presidentes latinoamericanos, entre las cuales tenemos que insertar los planes para darle muerte a nuestro primer mandatario, Nicolás Maduro Moros, así como el golpe de Estado que por unas 50 horas derrocó al hoy comandante eterno, Hugo Rafael Chávez Frías, en el año 2002.
A todo esto, le venimos a añadir las “confesiones de Mark Esper”, quien fue nada más y nada menos que jefe del Pentágono, durante el gobierno de Donald Trump, a quien le sirvió por un año y escribió un libro en el que recoge lo que pudo conocer directamente sobre los planes para matar a Maduro y otras malignidades contra nuestra Venezuela y su soberanía. Todo está recogido en el volumen, Un juramento sagrado: memorias de un secretario de Defensa durante tiempos extraordinarios. Son 40 las páginas del capítulo 11 de estas confesiones, dedicadas a nuestro país. Ahí revela el autor la participación de varios venezolanos, encabezados por Juan Guaidó, en esos planes criminales. En alguna oportunidad tendrán que responder ante la justicia venezolana.
