I
Todo el que tenga un diagnóstico de cáncer y grite “Quiero vivir” es extremadamente valiente. Es el primer adjetivo entre muchos otros, pero más que eso, es la primera característica de los pacientes oncológicos que enfrentan duros tratamientos para recuperar la salud, echar las células dañadas fuera de su cuerpo.
No lo digo porque hable de mí misma, sino de las valientes mujeres que fueron a la sede del ministerio de salud rojito a reclamar y exigir su derecho a la vida, por demás el primero de los derechos humanos. No les importó mostrar sus cicatrices, no les importó el sol, el esfuerzo físico y mucho menos les importó la falta de respeto que significa que ni siquiera las hayan recibido.
Aquí y en cualquier parte del mundo el tratamiento de esta enfermedad es extremadamente costoso. Por eso, en los países con gobiernos medianamente serios financian los tratamientos para los nacionales que lo padecen. Pero en los países con regímenes totalitarios centrados en su propio beneficio eso no ocurre, o la ayuda que reciben parece más bien una limosna.
II
En los años de democracia, los gobiernos entendieron esta necesidad. Por eso construyeron hospitales dedicados a tratar la enfermedad, como el Padre Machado o el Luis Razetti. No solo eso, los equiparon con los aparatos más avanzados y los dotaban regular y eficazmente con los tratamientos para quimioterapias, radioterapias y demás exámenes que necesitan estos pacientes. Incluso, la unidad de quimioterapia del hospital Domingo Luciani, que comenzó a funcionar a principio de este régimen, era una tacita de oro.
Pero llegó Nico y mandó a parar. ¿Cómo es posible que la única salvación de los pacientes oncológicos sea la medicina privada? ¿El psuvista de Miraflores sabe cuánto cuesta ponerse una quimioterapia en una clínica? Imagino que lo que se gasta él diario en todas sus chucherías y antojos. ¿Se ha preguntado qué tiene que hacer un paciente cuando no consigue los fármacos en la farmacia de alto costo? Y los exámenes que conlleva, ¿por qué un enfermo oncológico tiene que esperar tres meses para que llegue al país el reactivo necesario para hacerse un ganmagrama óseo en una clínica privada? ¿Sabe acaso que ese equipo y ese material lo pagan en dólares y eso se refleja en el precio que pagan los pacientes?
Todo eso debe ser suministrado por un Estado que se preocupe por la salud de su gente. Sobre todo en un país en el que entraban millones de dólares.
III
Yo me siento bendecida. He tenido mucha gente que me ayuda. No puedo quejarme de la farmacia de alto costo. Pero debo aclarar, de los seis fármacos necesarios para mi quimio solo me dan uno regularmente; a veces dos. Los demás tengo que conseguirlos y pagarlos en dólares. Quiero vivir.
Así como quieren vivir las mujeres que fueron al ministerio rojito y no fueron atendidas. A ellas se les está violando el derecho a la vida. Y lo único que piden es que doten los centros de tratamientos oncológicos con los fármacos, que arreglen los equipos, que le paguen bien a los médicos y a las enfermeras especializadas. No es posible que no haya dónde aplicarse radioterapias o que hasta para una radiografía simple tengan que pagar en dólares.
Este es un grito más entre todos los que gritan desesperados en este país. Pero no por eso hay que ignorarlo. Los pacientes oncológicos queremos vivir.