Alicia Freilich: Intemporales

Al desbordar su admisible límite, la real politik se convierte en amoral real politiquería que deriva en inmoral oportunismo, mundialmente comercializado. Así se bautiza como ley la antipolítica sin fronteras. La guerra genocida de Putin, a la vista detallada mientras pasa el tiempo cantado para siempre en la Casablanca fílmica, se otorgan múltiples razones no convincentes a las generaciones cibernautas para que sean cada día indiferentes a valores éticos. Las oratorias electorales legítimas y falsas terminan por igual en caótico vacío ético del bolsillo, carecen de acciones ejemplarizantes. Es el universo nuevo descubierto desde toda clase de géneros audiovisuales en diversas pantallas. Quieras o no, somos pantallistas, pantalleros, pantalladependientes, pantallademenciales. Se acaba desgastando aquel decente capitalismo bajo autocontrol que avisó al racismo colonialista gobernante en Suráfrica su disposición inmediata para un boicot comercial total si no liberaba a Nelson Mandela y abría puertas a la democracia. Funcionó el método, ya es mito, pasado. Se perdió la inocencia ideológica y la división entre bien y mal.

Queda un sobreviviente rescoldo inmune a tamaño fuego devastador. Vale llamarlo Arterapia. Obras que por ahora resguardan lo mejor sin reloj. Pueden renacer con mayor verdad a cualquier hora cada día, pero aún, lamentablemente, para élites menguadas.

Por ejemplo, en el área literaria, la privilegiada posibilidad de releer o conocer en conjunto y selección atinada los comentarios y críticas sobre cine impregnadas de música, libros y ambientes creativos del narrador y guionista cubano Guillermo Cabrera Infante (1929-2005), disponibles en tres volúmenes impecablemente editados por Penguin Random House, Ediciones de Bolsillo, 2021, titulados Cine o sardina, Un oficio del siglo XX y Arcadia todas las noches. Para quienes disfrutaron sus novelas de verborrea fina, esa manera de llevar la cubanía callejera a un pedestal clásico ―a la cabeza de premios internacionales su Tres tristes tigres (1965)―, comprenden a cabalidad su biografía personal y colectiva del tránsito desde lo revolucionario castrista, disidencia radical y exilio europeo, esa integridad entre vida y obra ya casi desaparecida pues al ser modelo insobornable es borrado por el autoritarismo y las narcomafias gobierneras extendidas hoy en el hemisferio occidental. Delito tan eficiente que borra geografías, ideologías, partidismos y talentos creadores, divide solo en dos a las Américas, la capitalista liberal democrática en declive y la totalitaria estatista criminal en auge. Es el enfoque culturalista del totalitarismo invasivo generado en la retardataria y revolucionaria Cuba, tragedia en evolución.

En esa onda y del ámbito venezolano y luego de una larguísima espera, la Fundación para la Cultura Urbana publica en Caracas, en mayo de 2022, Sin orden y sin concierto, texto-ensayo de Elisa Lerner (1932), la pensadora profunda Premio Nacional de Cultura sección Literatura (1999) cuya magia de excelencia se perfila desde su pieza de teatro Vida con mamá (1976), que permite calificarla de  fundamental escritora latinoamericana  en dramaturgia, crónica y narrativa. Pertenece a una generación transicional entre la dictadura gomecista, la breve pausa democrática presidida por Rómulo Gallegos, el militarismo perezjimenista y la instalación difícil de una democracia representativa que confrontó intentonas golpistas y terrorismo subversivo castrista. También centrada en la cultura fílmica de su época, pero carente de agentes literarios y traductores, ha sido de si acaso mencionados autores casi desconocidos en gran parte del continente. La Lerner fusiona armoniosamente criterios de hondo calibre sobre ese dilatado período de luchas para instaurar la libertad constitucional sin usar lenguaje técnico de análisis, un modo solo suyo, de artístico tejido reflexivo sobre el modo de ser nacional y regional. De actualidad permanente en todo sitio y tiempo , filosofía política en metáforas.

Hay arterapia, muchísima, en la música genial de tantos compositores venezolanos. Muy efectivo resulta escuchar ahora, de nuevo  Dinner in Caracas, 1955. RCA Víctor New York), compendio de piezas tradicionales por selección, arreglo, orquestación y dirección del eterno Aldemaro Romero, harina conservada de preciado costal.

Y así por el estilo.

alifrei@hotmail.com

El Nacional

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