Alí Rojas Olaya: Jamaica y Carúpano

El 6 y 7 de septiembre se cumplieron 206 y 207 de dos documentos esenciales de la historia patria: la carta de Jamaica y el Manifiesto de Carúpano.

En este último, el Libertador, en un ejercicio severo de autocrítica, analiza las causas que conllevaron la pérdida de la Segunda República. Aunque el psiquiatra sueco Nils Bejerot acuñó el término de síndrome de Estocolmo para referirse al apego de las víctimas ante sus victimarios, podríamos afirmar que en este documento Bolívar habla de este síndrome cuando alude a esas personas que pretendían vivir bajo el yugo español: “El ejército libertador exterminó las bandas enemigas, pero no ha podido ni debido exterminar unos pueblos por cuya dicha ha lidiado en centenares de combates. No es justo destruir los hombres que no quieren ser libres, ni es libertad la que se goza bajo el imperio de las armas contra la opinión de seres fanáticos cuya depravación de espíritu les hace amar las cadenas como los vínculos sociales”.

El 24 de julio de 2021, en el marco del natalicio del Libertador, el presidente López Obrador planteó sustituir la OEA por un organismo que “no sea lacayo de nadie”. El 23 de febrero de 2010, los presidentes de Venezuela, Cuba y Bolivia, Hugo Chávez, Fidel Castro y Evo Morales, pusieron sin temor la piedra fundamental de la libertad creando la Celac. En la carta de Jamaica, Bolívar nos dice: “seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración. Sin embargo, nuestra división no es extraña, porque tal es el distintivo de las guerras civiles formadas generalmente entre dos partidos: conservadores y reformadores. Los primeros son, por lo común, más numerosos, porque el imperio de la costumbre produce el efecto de la obediencia a las potestades establecidas; los últimos son siempre menos numerosos, aunque más vehementes e ilustrados. De este modo, la masa física se equilibra con la fuerza moral, y la contienda se prolonga siendo sus resultados muy inciertos. Por fortuna, entre nosotros, la masa ha seguido a la inteligencia”.

Bolívar le pregunta a Henry Cullen: “¿Quiere usted saber cuál es nuestro destino? Los campos para cultivar el añil, la grana, el café, el cacao y el algodón, las llanuras solitarias para criar ganado, los desiertos para cazar las bestias feroces, las entrañas de la tierra para excavar el oro que no puede saciar a esa nación avarienta”.

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