26 de noviembre de 2024 2:59 AM

Earle Herrera: Carmona o Guaidó

Los historiadores habrán de explicar mañana cómo hicieron Pedro Carmona y Juan Guaidó para pulverizar un formidable capital político como los bebés deshacen las pompas de jabón. El primero se autojuramentó presidente, luego de la más grande marcha realizada por la oposición en lo que va del siglo. A las 38 horas ya no era nada. El segundo, su memo, se autoproclamó también presidente en una plazoleta, luego del más contundente triunfo electoral de la derecha en el siglo XXI. Hoy, cuando ni Borrell lo llama “interino”, anda imponiendo candidatos para la alcaldía de Los Salias, Panamericana arriba.

La fortuna política es caprichosa e ingrata, pero también equívoca. En 2002 se enamoró de Carmona. En 2020 de Guaidó. Luego de seducirlos los sacudió como trapos. Esta explicación puede servirles a los astrólogos, pero no a la ciencia. Entre aquella supermarcha entrampada por la misma oposición y la victoria electoral de 2015 pulverizada por la misma derecha, median casi dos décadas de traiciones, violencia, guarimbas, salidas, cohabitaciones, espera de los marines, sanciones pedidas y complacidas, alacranes y, al final, Carmona perdido en sus galaxias y Guaidó buscando votos por los Altos Mirandinos, como un Bernabé cualquiera. O un Capriles adolescente.

Fui amigo y colega en la UCV de Manuel Vicente Magallanes, autor de un libro sobre la historia de los partidos políticos en Venezuela. Allí casi no hay sorpresas y los liderazgos se ganaban en la calle, la fábrica, el sindicato, el campo, el trabajo y los trasnochos. Esos lechazos políticos que hemos visto en este insólito siglo XXI no existían. En cambio, tan pronto Carmona se autojuramentó presidente, el FMI declaró que sus puertas estaban abiertas para “ayudar a Venezuela y su nuevo gobierno”. Los embajadores de EEUU y España lo visitaron en el mismo Miraflores (a mi Comandante Chávez lo tenían en La Orchila, asediado por un cardenal, quien lo ladillaba con el infierno para que firmara una renuncia). No bien terminaba Guaidó de autoproclamarse “interino”, cuando le entregaron Citgo, Monómeros, el oro y el moro. Ambos desbarataron todo eso en un soplido y hoy son polvo cósmico, hombres de paja, líderes, sí, de partidos de paja. Lo demás sobre ellos que lo estudie la biología. O la psico-astrología.

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