“Cogidos de las manos cual rubias hermanitas”, tal como lo habría descrito figurativamente el poeta Amado Nervo, se les vio a Vladimir Putin y a Xi Jinping, reunidos en la residencia estatal de Diaoyutai en Pekín en las horas previas a la inauguración de las Olimpiadas de invierno. Los dos mandatarios fueron más allá de declaraciones de solidaridad deportiva.
Es que lo que se viene cocinando de parte del líder de China hacia Rusia en esta inquietante coyuntura es la configuración de un salvavidas necesario y suficiente para que el líder de Moscú pueda hacer frente a las sanciones de Occidente, si ellas se tornan inevitables.
Xi le ha hecho ver a su homólogo ruso que, de ser necesario pasar a una acción práctica y efectiva de sostén, las eventuales reducciones en las compras de petróleo y gas de Europa a su proveedor ruso, podían ser cubiertas por China. Estamos hablando de la actividad exportadora que mayores ingresos le produce a Rusia y la que podría detenerse como consecuencia de una concertación sancionatoria de Europa con Estados Unidos. Estas materias primas llegan a territorio europeo principalmente a través de ductos muy erosionados que atraviesan Ucrania.
El establecimiento de vasos comunicantes entre los dos países tanto en petróleo como en gas serviría notablemente a Rusia pero igualmente a los intereses de la potencia china, quien atraviesa una coyuntura de desabastecimiento energético. El norte de China recibe hoy de Siberia Oriental volúmenes muy considerables de gas a través del gasoducto Siberia 1 que fue abierto en 2019 y Xi se ha apresurado a ofrecer financiamiento, en este difícil momento, para nuevas inversiones gasíferas en esas mismas y subárticas latitudes.
Un apoyo en la exportación de gas ruso a China, además, debilitaría notablemente la amenaza occidental de expulsar a Rusia del sistema de pagos bancarios SWIFT, otra de las penalidades avizoradas por Occidente. Este es el vehículo a través del cual se realizan la casi totalidad de transacciones del comercio mundial y comprende una red de más de 11.000 instituciones financieras a través de las que se garantiza la seguridad de las operaciones internacionales. Tal expulsión dejaría a Rusia aislada de buena parte del comercio mundial. Un único otro país en el mundo ha sido sancionado de esta forma- Irán- lo que provocó la pérdida de 30% sus exportaciones. El apartamiento de Rusia por esa vía tampoco tendría el pernicioso efecto que se intenta procurar si, de la mano de China, encuentran una vía para sortear el canal global de pagos.
Así pues, estos dos titanes han cambiado la tónica de su relación. Es notorio como ambos líderes comparten el sentimiento de estar siendo atacados frontalmente por Estados Unidos y sus socios de Europa y violentados por todos los que en Occidente se escudan en una aparente defensa de libertades y en una inveterada batalla en favor de los derechos humanos.
Putin ha dado un paso magistral al aprovechar la cita olímpica, de importancia sustantiva para el régimen de Pekín y la tribuna ideal para entrar en los hogares de todo el planeta, para presentar – o para exagerar desmesuradamente- un frente indisoluble con China.
Un «ejemplo de relación digna – dijo- en la que cada uno ayuda y apoya al otro en su desarrollo», fue la manera en que Putin lo explicitó.