En mayo del 2018 hubo elecciones presidenciales en Venezuela a la cual la mayor parte de la oposición del país se negó a asistir. Fui una de las personas que, desde este bogotano exilio, pidió el voto para Henry Falcón pues era la persona que, por decidir aspirar, tenía la posibilidad –como la tiene todo el que en algo compite- de ganar. Obvio es que, como el Libertador, aré en el mar y adicionalmente recibí de gente amiga y no tanto, la mayor cantidad de denuestos posibles. Seguramente de haberse adoptado una decisión diferente, la historia fuere otra.
Esa decisión –respetable pero errada- y por cierto nunca admitida como tal, trajo como consecuencia que se le regalare al señor Maduro seis años en la presidencia así como que las mazmorras venezolanas incrementasen su número de huéspedes; que quienes ya las ocupaban extendieren su permanencia en las mismas y que mas familias tuvieren pérdidas por ausencias temporales o definitivas. Que quienes afuera de Venezuela se encontraban para esa fecha impedidos de retornar, extendieren su presencia allende las fronteras patrias y que la infame calidad de vida interna se mantuviere inalterable.
El próximo domingo 28 nuevamente los venezolanos concurrirán a votar y por suerte, el ambiente es diametralmente distinta. Hay, a diferencia del 2018, una esperanza en el voto como instrumento de cambio el cual muy probablemente cristalizará –según las encuestas que todos conocemos- si la institucionalidad que actúa a lo interno del país lo permite, por lo que los próximos ocho días serán, nadie lo dude, electrizantes.
Si la elección se realiza con los candidatos actualmente en competencia, pareciere cantado el resultado pero hasta el último dia será posible una decisión judicial –pues ese, a cuenta de argumentar separación de poderes- sería el mecanismo que pudiere utilizarse para tratar de enturbiar el ambiente comicial, anulando la candidatura que puntea las encuestas, bajo cualquier argumento que se les ocurra sin posibilidad de reclamo alguno y ese escenario que para algunos pudiere resultar impensable, es una posibilidad sobre todo si quienes se ven perdedores, no han recibido las garantías de supervivencia personal, política y hasta económica que algunos muy probablemente estarían solicitando.
Quienes pueden votar deben hacerlo. La única manera que los venezolanos tienen de cambiar el estado de cosas que nos ha traído a la actual situación ha sido, es y será, votando y sobre todo, haciéndolo bien.
Ahora bien, el que ello ocurra no necesariamente conlleva un cambio inmediato en el estado de cosas del país.
Algún motivo tiene el que el ente comicial hubiere elegido el 28 de julio como fecha de la elección el cual no creo que sea exclusivamente el que sea la fecha en que nació el Hugo Chávez. No descarto la posibilidad de que el interregno entre la fecha de la elección y la toma de posesión –165 dias para ser exactos- de no existir acuerdos respecto de la forma y manera como se desarrollará el nuevo gobierno, utilice la aplastante mayoría que tiene en la Asamblea Nacional 2020 a los fines de tratar de amarrar de manos al gobierno que iniciará el 10 de enero.
Esa apreciación que pudiera resultar controversial, lo sería única y exclusivamente si admitiéremos que quienes aparentemente ganaran el proceso, no estaban preparados para enfrentar lo que posiblemente les esperaría, repito, de no existir acuerdos. Al respecto, soy en ese sentido menos pesimista que otros. En política si algo no hay es inocentes pues lo que se busca es nada menos que el poder, y quienes aspiran sustituir en el ejercicio del mismo a sus actuales ocupantes, buscan ocuparlo y por ello deben tomar todas las previsiones para que ello sea posible.
El domingo 28 los venezolanos que tienen la posibilidad de votar nos representarán a todos: a quienes murieron esperando el cambio; a los que lo hicieron bregando este. A los que están en las cárceles y tienen a sus familias esperándoles en sus hogares; a quienes afuera están y quieren regresar y a los que estamos afuera y no podemos hacerlo mientras el estado de cosas venezolano se mantenga. Por todos, voten, voten bien y encomendemonos a Dios que el esfuerzo reditúe para bien del país.
Gonzalo Oliveros Navarro
@barraplural
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