A partir de la premisa de que el arte es “una herramienta para repensar la realidad”, el poeta, político y teólogo Ernesto Cardenal transformó en la década de los setenta la vida de quienes habitaban el Archipiélago de Solentiname, un grupo de 36 islotes situados en el extremo sureste del Gran Lago de Nicaragua, cuya superficie sumaba apenas 190 kilómetros.
Cardenal formaba parte de una comunidad religiosa estadounidense, liderada por el teólogo y escritor Thomas Merton. Fue este último quien le propuso al nicaragüense que fundara su propia comunidad en el trópico, al constatar cómo su salud acusaba los rigores del clima norteamericano.
Fue así como Cardenal, vinculado a la teología de la liberación y a los ideales de la justicia social, regresó a Nicaragua con la idea de revivir la práctica artística como una forma de compromiso social y político.
De la mano de un joven Roger Pérez de la Rocha, destacado pintor nicaragüense, que atravesaba en aquel entonces su propia crisis existencial, Cardenal fomentó la realización de talleres que estimulaban la creatividad de los campesinos locales, quienes comenzaron a producir obras que mezclaban imágenes bíblicas con la realidad política que los circundaba. Aprendieron a escribir poesía, a trabajar con cerámica y a elaborar artículos artesanales en madera, cuero, cobre, bronce y plata.
En Solentiname, palabra que en náhuatl significa “lugar de hospedaje”, el arte fue una forma de expresión política y de crecimiento económico para sus habitantes.
Los llamados “muchachos” de Solentiname se involucraron en la lucha contra la dictadura somocista. Quienes sobrevivieron pudieron ser testigos del triunfo de la revolución y del ascenso al poder del Frente Sandinista de Liberación Nacional, que asumiría el gobierno de Nicaragua entre 1979 y 1990, antes de que se desvirtuaran los ideales que habían guiado a personajes como Cardenal, quien llegaría a ser Ministro de Cultura durante ese lapso.
Fue en este contexto que una estudiante de periodismo venezolana, Ana Cristina Henríquez, decidió efectuar un arriesgado viaje al archipiélago para entrevistar a Ernesto Cardenal. Su libro Solentiname. Encuentro con un mito rememora la experiencia y recoge las imágenes que retratan tanto la vida cotidiana del personaje, como el magnífico paisaje en el que se desenvolvía.
Esta obra, distinguida en 2022 como el Mejor Libro de Arte (Medalla de Bronce) en el International Latino Book Awards, será presentada en Madrid el próximo 29 de mayo, en el espléndido contexto de Casa de América, un consorcio público que tiene como objetivo estrechar los lazos entre España y el continente americano, y que tiene su sede en el bellísimo Palacio de Linares, próximo al Museo del Prado.
En el acto la autora se verá acompañada por el ex-Vicepresidente de Nicaragua Sergio Ramírez Mercado, Premio Cervantes 2017, y por la también venezolana Milagros Socorro, quien disertará a propósito de la importancia del periodismo como fuente documental para escribir la historia.
La presencia de Henríquez en una institución de la envergadura de Casa de América dimensiona el mérito que tiene este libro, no solo en su riqueza visual, sino también en su valor documental, como reflejo y testimonio del esplendor de valores que hicieron de América, durante un lapso breve y fugaz como un relámpago, la proa del mundo durante el siglo pasado.
Nuestra enhorabuena a Ana Cristina, ya reconocida por su trayectoria como cineasta y escritora, y nuestra gratitud por hacernos partícipes de su experiencia, que, por un momento, nos permitirá volver al Solentiname de Cardenal.
linda.dambrosiom@gmail.com
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