Al enfrentarnos al dolor o a determinadas enfermedades, nuestro organismo no siempre actúa igual. Y puede haber una explicación, ya que investigadores daneses han demostrado ahora que el estilo de vida de cada persona puede determinar cómo es la eficacia de los fármacos que toman los pacientes.
En concreto, al examinar muestras de hígado de 116 personas fallecidas con trastornos mentales graves, los investigadores han demostrado que el tabaquismo, la obesidad y el consumo de alcohol pueden ser decisivos a la hora de determinar cómo funcionarán los medicamentos en cada paciente. La ciencia ya ha demostrado que un estilo de vida poco saludable afecta a los niveles de enzimas en el organismo y, por tanto, a la posibilidad de metabolizar los fármacos. Pero ahora se ha dado un paso más, ya que un estudio impulsado por el Departamento de Medicina Forense de la Universidad de Aarhus ha arrojado nueva luz sobre los efectos del estilo de vida en la farmacología.
«Las personas que padecen enfermedades mentales graves tienen una esperanza de vida unos 20 años inferior a la del resto de la población. Hay varias razones para ello, por ejemplo, los enfermos mentales se suicidan con más frecuencia. También tienen una mayor incidencia de factores relacionados con el estilo de vida, como la diabetes, la obesidad, el tabaquismo y el consumo de alcohol o drogas», explica Kata Wolff Pedersen, licenciada y doctora en Ciencias de la Salud, autora del estudio.
«Resulta apasionante ver cómo afecta el estilo de vida a la cantidad de enzimas metabolizadoras de fármacos en el organismo, porque un cambio en la cantidad de enzimas puede reducir la eficacia de los medicamentos que utiliza este grupo de pacientes», añade la autora.
Fumar y beber alcohol
El estudio del Departamento de Medicina Forense muestra que los fumadores tienen el doble de una enzima particular metabolizadora de fármacos (CYP1A2) que los no fumadores. Esto significa que los fumadores metabolizan más rápidamente determinados fármacos (por ejemplo, los antipsicóticos) y, por tanto, en teoría, corren un mayor riesgo de recibir un tratamiento incorrecto.
«Somos los primeros en demostrar a nivel proteínico que el nivel de enzimas en los fumadores aumenta simplemente porque se expresa más enzima en el organismo», resalta Kata Wolff Pedersen.
En concreto, el tejido hepático analizado se recogió durante autopsias forenses y, después, se llevó a cabo un análisis toxicológico completo, cruzado con información sobre los antecedentes de alcoholismo y tabaquismo del fallecido, por ejemplo, a partir de las declaraciones en el informe de la autopsia de la policía, los familiares o el médico de cabecera.
Con estos resultados, Kata Wolff Pedersen llegó a la conclusión de que los niveles de la enzima CYP2E1 en personas con consumo de alcohol eran aproximadamente un 30% superiores en comparación con personas sin consumo de alcohol conocido.
«El 40 % de los fallecidos incluidos en nuestro estudio eran alcohólicos registrados. Es un grupo interesante porque tienen un estilo de vida especial. Con tantos individuos, podemos demostrar que el consumo de alcohol aumenta la cantidad de enzimas en el organismo. Esto significa que las dosis estándar de un fármaco pueden tener un efecto menor en una parte significativa del grupo de personas que hemos estudiado», añade la autora.
¿Cómo afecta la obesidad y el sobrepeso?
Los investigadores rara vez tienen acceso a muestras de hígado de grupos tan grandes de personas y los estudios sobre los niveles de enzimas suelen realizarse en microsomas hepáticos en tubos de ensayo o en experimentos con animales. Dado que las muestras de este estudio proceden de personas identificables, es posible verificar que los factores relacionados con el estilo de vida -incluido el sobrepeso- desempeñan un papel importante.
Sin embargo, la obesidad y el sobrepeso afectan a una importante enzima con el efecto contrario. El estudio demuestra que las personas con un IMC muy elevado producen cantidades significativamente menores de la enzima CYP3A4; de hecho, sólo tienen la mitad de enzima en su organismo que las personas de peso normal.
Esto puede hacer que metabolicen sus medicamentos con demasiada lentitud, aumentando así el riesgo de efectos secundarios. El CYP3A4 interviene en el metabolismo de un gran número de fármacos importantes, por lo que puede ser importante que las personas con sobrepeso no reciban las dosis adecuadas y, potencialmente, reciban un tratamiento incorrecto.
«El 40 % de los individuos del estudio murieron por envenenamiento con una mezcla de drogas legales e ilegales, pero no podemos demostrar que la intoxicación se debiera a una cantidad insuficiente de enzimas, porque la mayoría de las sustancias se metabolizan mediante varias enzimas diferentes. Hay que tener muy mala suerte para morir por niveles enzimáticos alterados», explica Kata Wolff Pedersen.
El estudio también incluyó muestras de hígado de cerdos muertos, que Kata Wolff Pedersen ha utilizado para determinar que el nivel de enzimas tras dos días a temperatura ambiente es el mismo que en un hígado de cerdo completamente fresco. Si el hígado se refrigera, los niveles siguen siendo los mismos durante toda una semana.
«Somos los primeros en demostrar que el tejido de personas fallecidas puede utilizarse para examinar el nivel de enzimas metabolizadoras de fármacos. Esto facilita considerablemente la obtención de material en un campo en el que, de otro modo, es prácticamente imposible obtener un número elevado de biopsias hepáticas».
El proyecto, según detalla Europa Press, ha sido aprobado por el Comité Nacional de Ética de la Investigación Sanitaria, y las personas fallecidas sólo se incluyeron en el estudio si los familiares daban su consentimiento informado.
Con información de La Razón
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