El país sigue convulso. La semana próxima pasada se inscribieron los aspirantes a ser el candidato «único» de un sector de la oposición venezolana, aglutinada alrededor de la denominada Plataforma Democrática. Un grupo de estos cumplió con la discreción que pidió la Comisión Nacional de Primaria, mientras que otros lo asumió como la oportunidad de medir fuerzas entre sí.
Más allá de saludar a todo proceso que aproxime la unificación de la oposición, así sea por bloques, estas líneas son un llamado a la reflexión a todos los que aspiren liderar la coyuntura que hoy vivimos en Venezuela.
Por semanas, hemos alertado al país que no podemos seguir con «alacranómetros» en mano. Todos somos necesarios para poder cambiar la realidad, como los venezolanos nos reclaman hoy.
De cara al reto de 2024, y con la amenaza de megaelecciones cobrando fuerza dentro de los factores de poder, hay que tender puentes, no dinamitarlos. Hoy, más que nunca, los venezolanos, la sociedad en general, reclama la sensatez de la clase política opositora, y el cambio de libreto, minado de errores, durante los 22 años del socialismo civico militar nacional.
Pareciera ser repetitiva con este tema, pero la gran preocupación que hoy me aqueja -como ciudadana, más que como dirigente política y activista social- no es otra que frenar la debacle nacional, que no es poca cosa. Soy madre y me duele ver a nuestros jóvenes emigrar dejando a padres huérfanos en el país.
2024 es una oportunidad de oro si bajamos los egos y todos, sin importar la votación de los partidos en la última elección o la cantidad de diputados o alcaldes que tengan; sumamos en la construcción del país que merecemos.
Hay que unificar fuerzas y enarbolar, en la medida de lo posible, un solo mensaje con bases sólidas, entiéndase, un plan país que atienda, realmente, los problemas más complejos del país: Sueldos y salarios, servicios públicos, industria petrolera, Fuerza Armada y un larguísimo etcétera que debemos ordenar cuanto antes.
En días recientes hice una encuesta en mis redes sociales y lo que pide el venezolano se resume en tres temas: unidad, ética y compromiso de país. No podemos seguir viendo a la política como un negocio prolijo, no podemos seguir eternamente pretendiendo ser oposición por los jugosos frutos que esto puede dar en determinado momento.
Más allá, tampoco podemos aspirar a gobernar a Venezuela para echar mano de sus riquezas. El que procure gobernar el país y quienes aspiramos asumir cargos de diversas naturalezas, debemos entender que la prioridad es la gente.
Para la reflexión de todos, dejo esta frase de un venezolano universal, don Francisco de Miranda: _»El trabajo y la moral son las bases fundamentales sobre las que reposa el sólido sistema de la libertad»_.
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