Hoy, el venezolano se enfrenta a dos grandes incertidumbres muy significativas en lo inmediato: la política y la económica. Y, aunque la primera intenta solapar la segunda, cada día recrudece la realidad, remarcando lo económico la carestía en el cuerpo y el desasosiego en el alma, mientras la política se va alejando -más y más- de los ciudadanos.
Aun cuando tenemos el cronograma electoral público y sabemos que el próximo 28 de julio es la cita electoral, nadie sabe -a ciencia cierta- como terminará desarrollándose la elección presidencial 2024. Lo que sí pareciera estar claro en el panorama, es que hoy no se vislumbra como la gran oportunidad de cambio y al acceso de vida, y de su calidad, que los venezolanos merecen y reclaman.
Si bien pudieran predecirse algunos hechos que parecen ser hoy una realidad, la fotografía final nadie está en capacidad absoluta de adelantarla. Se trata, cuando faltan cerca de 130 días, de un escenario complejo en que el oficialismo pareciera apostar a todo o nada, y en la acera del frente, apenas empieza a deshojarse la margarita, entre actores y no actores políticos, para dilucidar cómo enfrentar los acontecimientos políticos, con la mira puesta quizá en objetivos diferentes al bien común.
Pero hay un país más allá de la política. Los venezolanos estamos en una sobrevivencia permanente. El Poder intenta mantenerse, generando acciones que se perciben en duras matrices de opinión: Primarias, anti-primarias, Esequibo, Sucesión, recorridos, escogencia del menú partidista, presidenciales; mientras los padres y las madres venezolanos se parten el lomo en la calle para que la quincena les llegue a fin de mes.
Una situación inocultable: los venezolanos no están pendientes del Registro Electoral que recién se ha abierto para la actualización, están ocupados de conseguir un tercer trabajo, un rebusque, que les permita cubrir parte de la inalcanzable canasta básica familiar. La responsabilidad de la participación electoral es de los partidos políticos. Toca a ellos reinsertar al venezolano en la importancia de la expresión del voto.
No hay proceso electoral que logre acaparar la debida y necesaria atención de nuestros adultos mayores, jubilados y pensionados, que ven con ansias el próximo pago de sus salarios y asignación del bono patria, para debatirse entre comer o comprar el tratamiento médico.
La capital y lo capital de Venezuela es la incertidumbre. Nuestro país hoy debería ser modelo para toda América latina. Necesitamos transmutar lo negativo en positivo, crecer en consciencia y en realidad socio política.
Lo hemos dicho hasta el cansancio: Todo pasa por la política y este pobre país rico necesita todas las certidumbres para poder avanzar en las demás aristas de la vida pública y privada.
Un ejercicio sencillísimo: ¿Qué capital, nacional o foráneo, se atreve a invertir a mediano o largo plazo en un país donde no hay seguridad de la estabilidad necesaria para los próximos seis años?
Jugar a cercenar la democracia no le convienen a nadie. Ojalá y que impere la sensatez para que se generen las condiciones que todos necesitamos, para que el pequeño emprendedor pueda seguir progresando, que quien trabaja la tierra, cultive y distribuya sin mayor dificultad; que la maestra de escuela y el oficial de policía tengan sueldos decentes; todo esto pasa por llenar de certidumbres el día D, 28 de julio.
¡Un gran recorrido de siembra de oportunidades ciertas nos llevará a la Venezuela que merecemos!
Griselda Reyes
@griseldareyesq
griseldareyes@gmail.com
www.griseldareyes.com
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