Hasta hace un par de semanas el número de contagios diarios de coronavirus en el país era muy bajo en comparación con la de otras naciones, incluso cuando el resto de países había llegado al límite de sus recursos sanitarios. Pero la tendencia se revirtió y, ahora, mientras otros se recuperan y se vacunan a diferentes velocidades, Venezuela retrocede y el colapso del sistema de salud es visible.
Por el Espectador de Caracas con información de El Nacional
“No conozco a ningún contagiado por covid-19”. Esta frase era recurrente en Venezuela, incluso cuando el resto de países había llegado al límite de sus recursos sanitarios. Pero la tendencia se revirtió y, ahora, mientras otros se recuperan y se vacunan a diferentes velocidades, la nación retrocede y el colapso del sistema de salud es visible.
A la fecha, es casi imposible encontrar un venezolano que no haya sufrido la enfermedad o no tenga un familiar o allegado que lo viva o lo haya vivido. Y también lo es no conocer a alguien que haya llorado a un ser querido fallecido por coronavirus, algo que ocurrió en el resto del mundo en la primera mitad de 2020.
Más allá de datos oficiales, ya es imposible ocultar algo que se ve, se sufre y se padece, en un país que, ya sea por una dudosa gestión de sus autoridades o por -como asegura el régimen- las sanciones impuestas por Estados Unidos, la Unión Europea y otras naciones, no está preparado para afrontar una pandemia que está cambiando el mundo.
Ante la desconfianza generada por las bajas cifras de contagios y muertes por covid-19 brindadas por el Ejecutivo, el termómetro más fiable era el “conozco” o el “no conozco”. Y lo sigue siendo. La negación daba cierta credibilidad a los datos oficiales, si bien parecían demasiado bajos.
Y ahora que los números se han incrementado considerablemente, y pueden sonar más creíbles, los porcentajes no se corresponden con el objetivo medidor ciudadano -aunque no preciso- del “conozco”.
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