El 21 de enero de 2019, los venezolanos comenzaron la jornada con la noticia de la maniobra de un reducido grupo de militares que ingresó al destacamento de la Guardia Nacional Bolivariana de La Cotiza, en Caracas, con la intención de sustraer armamento con fines golpistas.
Dos días después, y en medio de protestas callejeras que tensaron el ambiente sociopolítico del país caribeño, el entonces presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, se autoproclamó presidente encargado, tras acusar a Nicolás Maduro de usurpar el mandato ejecutivo.
La maniobra de Guaidó fue realizada bajo el alero del presidente estadounidense Donald Trump (2017-2021) y el apoyo de la Organización de Estados Americanos (OEA), quienes buscaron legitimar la figura del político opositor.
«La autoproclamación de Guaidó generó la reacción inmediata por parte de la oposición, lanzándose a las calles, procediendo a lo que aquí denominamos guarimba, que no era más que acciones organizadas y sistemáticas con uso extremo de la violencia, con fines desestabilizadores», recordó en diálogo con Sputnik el diputado de la Asamblea Nacional por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) Juan Eduardo Romero.
Por su parte, el analista político y comunicador Martín Pulgar calificó aquellos días como «un acto de golpe de Estado (…) para producir una desestabilización en Venezuela».
«Se buscó legitimar esa acción a través de subterfugios legales y de apoyos internacionales para darle cierto nivel de legalidad a un acto que fue absolutamente sedicioso», afirmó el experto.
Intentos previos
Ambos entrevistados concuerdan en que los hechos ocurridos en enero de 2019 fueron «un capítulo adicional» a una lista de acciones previas ejecutadas contra el Gobierno de Hugo Chávez (1999-2013) y luego contra el presidente Maduro, con el propósito de desestabilizar al país caribeño.
Una muestra de ello, consignó Romero, fue el episodio golpista llamado «la salida», ocurrido en 2014. Las violentas protestas, que dejaron decenas de muertos y cientos de heridos fueron organizadas por la oposición venezolana bajo el liderazgo de Leopoldo López, Antonio Ledezma y María Corina Machado, como «una respuesta inmediata a la elección de Nicolás Maduro en 2013».
Asimismo, en 2015 la Administración estadounidense de Barack Obama (2009-2017) «nos declaró una amenaza a su seguridad», recordó el diputado venezolano.
Aquel «conjunto de procesos que tendieron a generar ingobernabilidad» fueron sucedidos en 2017 por «un ciclo terrible de violencia, desde finales de enero hasta el anuncio, el 1 de mayo, del presidente Nicolás Maduro de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente», rememoró Romero.
Ese clima que se vivía en el 2017, «con las guarimbas en un nivel máximo», era parte de «un esquema de generación de violencia que buscaba producir una confrontación interna, que es mucho más barata que una intervención militar», afirmó el legislador.
Los intentos continuaron por la senda de la violencia una vez llegado el 2018, con el intento de magnicidio contra Maduro. A ello se sumaron los constantes boicots al suministro de energía eléctrica en gran parte del país. Todas estas fueron acciones activadas como antesala de la autoproclamación de Guaidó en 2019.
Para el profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en la Universidad La Salle Alejandro Martínez Serrano, un factor importante que llevó a la intentona de golpe de Estado por parte de la oposición fue la polarización política venezolana.
«Yo creo que la mayor vulnerabilidad [en aquellos días] del Gobierno de Maduro fue polarizar sus postulados políticos con la oposición, en lugar de tender puentes de diálogo con otros actores políticos», señaló el experto en temas internacionales.
Esta polarización, valoró el analista mexicano, abrió una ventana de oportunidad para que Estados Unidos tuviera prácticas injerencistas a través de los antagonistas políticos de Maduro.
Las conmociones generadas por guarimbas y por estos intentos de «primaveras de colores» en Venezuela hasta el uso de elementos delincuenciales fueron instrumentos «para desestabilizar», denunció Pulgar.
Juan Eduardo Romero destacó la capacidad que tuvo el ejecutivo para «manejar la escalada de violencia que intentó ser aplicada contra su Gobierno y contra todos los venezolanos».
Maduro y el pueblo venezolano, agregó el diputado, «resistieron intentos de golpes de Estado, de magnicidios, bloqueos y asfixia económica, congelamiento de activos, intentos de intervención. Todo eso fue superado por Venezuela».
Pulgar, por su parte, destacó que el país caribeño ha tenido que sufrir los embates de una «guerra multidimensional y multimodal» y el «intento de la guerra económica», que buscó «apropiarse de los recursos en el exterior».
Hubo «prácticamente un bloqueo físico de los bienes que podía comprar Venezuela a través de los controles de sus cuentas» , y que imposibilitaron llevar a cabo «negociaciones normales con el comercio mundial», enumeró el analista.
A propósito del cerco comercial, Romero consignó que Venezuela continúa enfrentando los estragos ocasionados por las pérdidas económicas, que valoró en «642.000 millones de dólares entre 2013 a 2023».
El país «pasó de percibir 55.000 millones de dólares solo en extracción de petróleo a menos de 700 millones en el año 2020 como parte de esa operación», subrayó.
Todo eso «se ha superado con paciencia, usando las relaciones con Rusia, China, la India, Irán, Sudáfrica, Turquía, Cuba. Hemos mantenido la dotación de alimentos, medicinas, y eso ha permitido que estemos donde estamos», destacó el legislador del PSUV.
¿Fortalecimiento de Maduro o debilitamiento de la oposición?
Para el académico mexicano Alejandro Martínez Serrano, el intento golpista de Guaidó afectó en mayor medida a la oposición venezolana, misma que, explica, se encuentra debilitada.
«Yo creo que la oposición no tiene expectativas políticas reales y se ha devaluado frente a esta estrategia [golpista] que no los llevó a ningún lado, fue fallida», sentenció.
De acuerdo con Romero, Venezuela ha salido fortalecida porque todas las estrategias de desestabilización han fallado.
«Se ha ratificado el control político a través del Gran Polo Patriótico, que une al PSUV y los partidos aliados. Tenemos control mayoritario de la Asamblea Nacional, tenemos control de 18 de las 23 gobernaciones, de más de 200 de las 335 alcaldías, mayoría en los Consejos Legislativos, en los Consejos Municipales», enumeró.
«Eso da unos niveles de gobernabilidad muy importantes, y con una recuperación económica», recalcó.
La actual situación «ha obligado a EEUU a sentarse y a presionar a los grupos latentes» en el país sudamericano para que negocien con Caracas.
No obstante, «la crisis no ha sido superada totalmente», aseguró el diputado. «Pero estamos en una situación de gobernabilidad mucho más firme, que permite avizorar que este 2024 será un mejor año, tanto en términos económicos como políticos, más aún, preparándonos para lo que va a ser un año electoral, ante la indiscutible convocatoria de elecciones presidenciales», planteó.
A cinco años de los hechos que llevaron a la autoproclamación de Guaidó y los intentos de crear «una conmoción nacional», a cargo de «fuerzas internas opositoras sediciosas» y de «países externos que creían que era relativamente sencillo destruir la revolución», subestimaron la capacidad de liderazgo del mandatario sudamericano, reflexionó Pulgar.
«Se encontraron con un presidente que ha tenido la suficiente capacidad de liderazgo y fortaleza de poder conducir a un pueblo, en estas aguas turbulentas, a este puerto que significa la paz social», concluyó.
Con información de El Universal