23 de noviembre de 2024 5:05 PM

Una mujer  acude diariamente al metro de Londres para escuchar la voz de su esposo fallecido

Muchos entienden al amor como un viaje en subte: se puede ir solo o acompañado, rápido o lento, queriendo bajar o disfrutando del viaje, con demoras o cambios inesperados… Sin embargo, hay amores que suceden justo por fuera del subterráneo. Ese es el caso de Margaret McCollum, que todos los días va a escuchar la voz de su difunto esposo Oswald Laurence a la estación Embankment de Londres, que siempre le dice lo mismo: «Mind the gap, please». 

La frase podría traducirse como «Cuidado con el hueco», en este caso, que separa el vagón del andén. A Margaret poco le importa esa distancia porque no suele viajar en subte, y tampoco le importa lo lejos que está su marido, fallecido en 2007. Cada vez que escucha su voz, vuelve otra vez a percibir el olor a café y masitas de 1960, y escucha la risa de Oswald mientras le cuenta cómo prestó su voz para el servicio de subterráneos londinense, en una frase que quedaría para la historia. De ella y de todos los ingleses. 

Su ritual era, desde 2007, imperceptible. ¿Cómo no iba a serlo? ¿Quién iba a fijarse en una anciana sentada en una estación de subte? Pocos. Casi nadie. El tiempo pasó y con él las miles de veces que se repetía «Mind the gap, please» para los oídos de Margaret. Pero los avances tecnológicos, sin saberlo, cortaron la historia de amor que trascendía la vida y la muerte. Un día, la mujer se sentó en Embankment y cerró los ojos. No escuchó a su marido, sino a una voz digital.

La frase «Mind the Gap» se volvió muy conocida

Los servicios de TfL Rail habían reemplazado todo el sistema de audio del subte, mejor para todos menos para Margaret. Ella preguntó qué había pasado, y los empleados de Embankment le explicaron la situación. Conmovidos por su historia, decidieron regalarle un CD con la voz de su esposo, para que ella mantuviera vivo el recuerdo y su ritual. 

El amor siempre encuentra la manera. Esta vez, fue mediante el boca en boca —¿quién no contaría esta historia?— que llegó a los oídos de Nigel Holness, director del Metro de Londres. No conforme con el CD, el quiso hacer algo más. «Nos conmovió mucho su historia, por lo que el personal rastreó la grabación y no solo pudieron obtener una copia del anuncio en un CD para que ella la guardara, sino que también  restauró el anuncio en la estación Embankment», declaró en 2012 a la BBC.

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