22 de noviembre de 2024 12:25 PM

Brian Fincheltub: Un frapuccino en Caracas

La realidad venezolana sigue siendo motivo de discusión entre quienes viven dentro y fuera de Venezuela. Para algunos venezolanos, la situación económica del país vive un repunte significativo, las colas y los anaqueles vacíos desaparecieron con los controles de precios. Ahora todo se transa en moneda extranjera y una oleada de nuevos comercios, franquicias y bodegones se apodera de las principales capitales venezolanas. Atrás quedaron los tiempos de escasez, hoy día es posible tomarse un café al mejor estilo de Starbucks, sentado en cualquier centro comercial venezolano.

Hay otro grupo de venezolanos que no siente que su situación personal haya cambiado drásticamente. Más allá de las variaciones del contexto económico, el entorno sigue siendo el mismo, Venezuela sigue siendo el país con el salario más bajo de la América Latina, con los peores servicios públicos de la región y va camino a convertirse en la nación más cara para vivir. Sí, es verdad que es posible tomarse un frapuccino al mejor estilo de Starbucks en Caracas, pero hasta tres veces más caro que en Nueva York.

Las libertades políticas siguen siendo tema de preocupación, pero principalmente entre los venezolanos que viven fuera del país. En general, la mayoría de los venezolanos que viven en el territorio nacional se han visto obligados a dejar la política a un lado para concentrarse en vivir o sobrevivir. Aunque la dictadura de Nicolás Maduro sigue teniendo un inmenso rechazo entre la población, es poca la gente a la que el cambio político inmediato le quite el sueño. Eso también quedó en el pasado, luego de tantas frustraciones y desengaños, muchos venezolanos están convencidos de que trabajando duro es posible vivir mejor y eso sin importar el gobierno que esté en el poder.

La verdad está lejos de ser unánime, hay gente pasándola muy mal, yo diría la mayoría y otros para quienes vivir bien pasa por tener la marca de cereal importado al alcance de su mano. Al final la felicidad es un estado subjetivo. Lo realmente importante es entender que todo esto puede ser muy efímero y que aunque a casi nadie le importe hoy día, sin cambio político en Venezuela no habrá bienestar duradero. Importar sin aranceles y vender a precio internacional puede que no sea complicado, difícil es producir en Venezuela y lograr que la inversión extranjera llega el país, creando así empleos dignos para la mayoría del país. Vender tortas y sopas en la casa es digno de admirar, porque el trabajo siempre dignifica, pero eso no nos hará salir como país del foso en el que nos metió el chavismo hace más de veinte años.

El Nacional

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