Tulio Monsalve: Trampa informativa

Tulio Monsalve

Decir que Venezuela es una sociedad conflictiva es una simpleza. Pero, afirmar que la concentración de información en cadenas mediáticas hegemónicas es responsables del conflicto, es una hipótesis. Hoy imputadas de promover formas de comunicación llenas de genes de guerras de cuarta, o quinta generación y dada su peligrosidad, debe ser materia a enjuiciar, política y judicialmente. No es poca cosa.

Sumar que buscan la concentración de la información para fusionar el poder mediático con la hegemonía económica. Grave, justificar guerras como parte de un modelo político que asegure el poder a los grupos privilegiados: otra tesis en su contra.

Los avatares bélicos producen daños que eufemísticamente llaman “colaterales”. Cuando sabemos que producen victimas inocentes, Ejemplo, el sector de los movimientos obreros organizados que atacan mediáticamente para hacerles perder vigor en su lucha como clase.

La variedad de formas de encubrir el conflicto son infinitas. Todas denuncian la tensión social que produce la concentración mediática. Cuyo objetivo es hacer propaganda de las ventajas del monopolio económico que nos pretende someter.

Para ello controlan, por ejemplo, hasta los resultado de las elecciones. Y enseñan cómo crear formas de gobernanza que correspondan a sus intereses de clase. Con descaro apoyan a centros mundiales de poder para que actúen abusivamente como jueces de nuestros tribunales electorales.

El sistema electoral lo controlan los grupos a través de sus periódicos y televisoras asociadas a cadenas multinacionales.

Reconocido en Bolivia, obvio en Perú contra el maestro Castillo y la manera como Lady Fujimori actúa, y, con sus talones en la cárcel, defiende en medios sus intereses y los de la oligarquía limeña que patrocina a los reos, Papa Fujimori y su Capo Montesinos. Simple. No aceptan el resultado electoral que los derrotó.

Manipulan la información, usan imágenes apocalípticas, datos trampeados, y amañan tendencias terroristas. Pueden transformar lo que quieran en bestia indeseable. Sus ambiciones no tienen limites éticos ni morales.

¿Cómo puede una empresa acumular tanto poder? Y cómo enfrentarla, si se la hace ver una realidad eterna. Y sin pudor exhiben no tener códigos, ni valores, ni categorías, ni restricciones axiológicas, como si fuera el fin de la historia: cuyo credo es el mito neoliberal y solo acatan una ley, la del mercado cuando solo son una trampa informativa.

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