Se sigue negociando en México y aquí en Caracas. Es mecanismo cuyo “deber ser” es que no puede parar. Sobre este proceso somos muchos los interesados en que llegue la paz y se redireccione la economia sobre politicas más prácticas. Sin embargo, aún no sabemos con exactitud si los radicales o su soñoliento patrón Biden están o no en la mesa. Solo intuimos lo que los guerrilleros del cartel de los tuits nos eructen. Únicamente oramos: “esto no debe ser”.
Lo hacemos sin analizar aquello que la ineludible realidad de la negociación permite. Asi algunos se lanzan a pontificar: cómo “deben ser” las cosas.
Este ha sido el vicio característico de los “progresistas”, de los “radicales” y, más o menos, de todo el espíritu llamado “liberal” o “supuestamente democrático”.
Se trata de un modelo mental, simple. Es fácil dibujar un croquis que presente cara atractiva y decir “esto no debe ser”. Es idea primitiva suplantar lo real por la puerilidad abstracta de lo deseable. Alertamos, no basta que algo sea deseable para que sea realizable, y, aún más importante, no es suficiente que una cosa se nos ocurra codiciada para que sea verdadera y racional. Veamos, un “no debe ser”, que un mequetrefe tome un micrófono en una plaza y se proclame Presidente y 52 países lo apoyen para que se haga “verdad”. Sin embargo la “realidad” de un brutal Trump, -desde lejos-, así lo estableció y así quedó. Otra incoherencia, muchos han perdido bastante tiempo soñando esquemas ideales sobre cómo “deben ser” las cosas. Freud dice los sueños son solo ideas reprimidas del inconsciente.
Y cometen el error de no estudiar la realidad histórica, que demuestra haber sido mucho más rica en sorpresas cargadas de resultados. Más eficaces en logros que nuestros esquemas de lo que “debe ser”, desconectados de la realidad.
¿Cómo aceptar los acuerdos de México?; Opciones: ¿Cómo creemos que debe ser? / ¿O cómo la realidad y su dinámica social y política lo determine?
Solo el “deber ser” dialéctico creado entre oponentes logra acuerdos prácticos.
Solo en la medida que la negociación se transforme y alcance una estructura practica y técnica lograra eficiencia productiva. Es una técnica compleja determinada por lo político, lo social y lo jurídico.
No es sólo un concepto de teoría moral, sino una obligación práctica quién la determina. Pero, oh, mala suerte, no como yo creo que “debe ser”.