Sin duda, las ideas son un producto cuyo destino es transformarse en estrategias de cambio político-social, si no, ¿qué sentido tienen?
Algunas ideas, cuando se combaten, se revierten. Si quienes las defienden vienen de la izquierda se les califica como francotiradores y perturbadores del status quo, en especial si su fuerza innovadora puede gestar transformaciones y hasta revoluciones.
En la derecha su anuncio activa glándulas que desatan demonios. Por eso se les teme. Y la primera ofensiva provienen de sus defensores que van contra los enfermos quisquillosos, que llaman, con desdeño: intelectuales.
Las ideas que originaron a: nasserismo, peronismo, gaitanismo, allendismo, -aún vigentes-, son creación del intelecto humana. El fin de las ideas, es analizar, entender; comprender y explicar que pasa; por qué pasó y advertir, que podría suceder en el futuro de una sociedad. Sobre todo si mueve la lucha de clases. Otra idea maldita.
Las ideas deben ser sostenidas, no como quisieran algunos, en base al idealismo o la religión o el pragmatismo, sino expuestas en base a categorías objetivas que existen en la realidad. Y puedan explicar Ejemplo: el país, tal cómo es.
Otra ideas que a la derecha le produce escozor son: clase y lucha de clases. La categoría clase social la constituye el conjunto de individuos, unos, dueños de los medios de producción y otra otra clase, el proletariado, los trabajadores.
Los seres pertenecen a una u otra clase que los determina y moldea. El tema lo analiza Isaías Berlín, 1953, para criticar al marxismo por la subordinación de las ideas a la base económica de la sociedad. Lo expone en su artículo “La inevitabilidad histórica”. Lo ve “como la disolución del individuo, porque esa clase social es la que determina lo que ese señor va a pensar”. Niega que los juicios que aplicamos a nuestros actos y nuestro poder de decisión estén limitados por el lugar que cada uno ocupa dentro de escalera productiva.
Sin embargo, omite explicar por qué, solo aplaudimos lo que concuerda con nuestros intereses y condenamos lo que interfiere con la realización de los mismos. Califica la libertad de positiva o negativa, según permita o impida, la realización de nuestros deseos. Forzados por la presión inconsciente de la clase a la cual se pertenezca. ¿Impulsa esto la lucha de clases? Lo expuesto lo motiva un texto de Iván de la Nuez : “El comunista manifiesto”, Ed. Galaxia Gutenberg.