Tulio Monsalve: 20 años de diálogo

Tulio Monsalve

Una de las herramientas mas significativas de un negociador es la parsimonia. Que evita: uso de la amenaza; la presión en las fechas límite. Recuerdo frase del Quijote “Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades”.

Las negociaciones son procesos complejos y prolongados, no eventos únicos. Aprender de los 20 años pasados y enfocar en el presente revela sensatez.

Otra ausencia: no planificar entre actores compromisos a largo plazo. Ni modo de implementar acuerdos y entender causas del conflicto actual.

Variable olvidada es hacer participar -racionalmente sin el uso del terror tuitero – a la sociedad civil. Así orientar las percepciones públicas. Y legitimar el proceso de diálogo.

Dar reconocimiento a los acuerdos. Detectar saboteadores e identificar quiénes son y diseñar planes que les impidan obstaculizar la ruta de una convención exitosa.

Evaluar por qué ha sido despreciada el rol de la mujer en los procesos. Cuando investigaciones demuestran que si participa aumenta 35% la probabilidad de acuerdo. Suma ventaja en la reducción del tiempo de la negociación. Importante: su carácter mejora la calidad del clima emocional de todos los negociadores.

Se evidencian estos errores porque en las delegaciones de negociación la presencia femenina no fue políticamente representativa.

Valoremos. La oposición cubre un universo de 28 partidos políticos, pero en las delegaciones a Oslo/Barbados y República Dominicana solo participaron 4 partidos: PJ, VP, AD, UNT, (coalición 4G). Igual del otro lado de la Mesa: Psuv. Nada representativo del universo que lideran. Estrategia que cerró el espacio a otros factores de oposición. Incluidos, partidos pequeños, grupos indígenas y otras expresiones de la sociedad civil. E inclusive, a una creciente proporción de la neo-oposición clasificada como disidentes del chavismo.

Otro vacío, su liderazgo, que poco aprendió de los diálogos anteriores. No capitalizó esas experiencias, para mejorar gobernanza y su preparación técnica. Sobre todo, cacarear su subordinación frente la injerencia externa antes de sentarse a negociar.

El triunfalismo y la presunción del peso de la tutela engañosa que recibieron de Trump y su “comunidad” internacional. Hoy solo jactancia. Recordar al Quijote: “En la lengua conviven los mayores daños de la vida humana”.

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