Frente a la crisis de la democracia han surgido infinidad de movimientos sociales de base. Se trata, entre otros aspectos, de un ensayo general de alternativas a la relación jerárquica. La solución, parecen decir, no dependerá más de la promesa de los políticos, sino que debe ser aquí y ahora.
El Universal / @tlopezmelendez
El asunto de fondo es determinar cómo esta nueva forma de organización podrá servir a los tejidos democráticos. Debemos constatar que estos movimientos son minoritarios por esencia y son tan poco atractivos como los partidos tradicionales. Los teóricos comienzan a llamar “tribus” a estas formas que la muerte de los partidos ha ocasionado, porque pareciera que quienes se asocian quieren, en el fondo, redimirse de la individualidad, pero plantean un caso de reingeniería social que pasaría, necesariamente, por redefinir lo político de una manera muy distinta de cómo la modernidad la entendió, esto es, organización jerárquica (partidos, sindicatos, etc.).
En la práctica se ven pocos esfuerzos por un replanteo de las condiciones básicas de la nueva posible convivencia social. Los partidos siguen funcionando, si es que funcionan, como si aquí no hubiese pasado nada. En Fedecámaras se puede encontrar un tibio intento de replantear la función gremial empresarial. El movimiento sindical carece de cualquier asomo innovador. Entretanto algunas de las nuevas formas de organización se desgastan en tareas de ingeniería política mal concebidas, comportándose como microorganismos a la deriva, aunque dejen en evidencia a “instituciones tradicionales” de la “sociedad civil” incapaces ya de cumplir el rol de intermediación que alguna vez ejercieron. El brote de asunción de destinos propios tiene la ventaja de la desaparición de la dependencia de la “promesa”, lo que hay que reconocerles.
Una contabilidad a la ligera nos muestra en Venezuela varias docenas de estas organizaciones emergentes, todas incapaces de comunicarse con sus similares para juntas reencontrar lo social. Hay que recordarles la necesidad de los pactos sociales con nuevas grafías, pues la sociedad industrial es asunto del pasado y con ella sus formas políticas, contra las cuales insurgen. Algo a superar es la contradictio in termines o el velorio será largo.