No sé si Tania Sarabia estaría viva cuando dijeron que murió, pues ella es una mujer rarísima y siempre le ocurren vainas insólitas. Pero, como al parecer y según las redes sociales ha muerto, aprovecharé para contarles una anécdota loca y absolutamente cierta que le ocurrió hace mucho tiempo, cuando formaba parte del elenco de la obra teatral El día que me quieras, escrita y dirigida por José Ignacio Cabrujas.
La obra se estaba presentando en el Teatro Alberto de Paz y Mateo de El Nuevo Grupo y Tania hacía el personaje de Matilde. En una de las funciones, nadie sabe cómo, ocurrió algo increíble. Un perro callejero se coleó en el teatro y ya sobre el escenario, se fue derechito hacia el lugar en el que Tania se encontraba justo en el momento en el que ella decía este diálogo:
—Dios mío de mi vida, qué humedad de hombre.
Lo insólito del caso es que al fulano perro no se le ocurrió otra cosa que pegársele a una pierna de Tania como si fuese una perra maluca. Por supuesto, tan insólita situación, causó gran revuelo y risas entre quienes presenciaban el espectáculo.
José Ignacio Cabrujas, que estaba en uno de los camerinos, preguntó a qué se debía el alboroto y las risas del público. Uno de los técnicos le dijo:
—¡Señor Cabrujas! ¡Señor Cabrujas! ¡A Tania se la está cogiendo un perro!
La cosa terminó cuando uno de los asistentes subió al escenario, le despegó el perro a Tania y lo sacó de escena. La obra continuó y Cabrujas comentó que estaba seguro de que lo ocurrido jamás había sucedido en la milenaria historia del teatro universal.
Quienes conocemos a Tania Sarabia sabemos que con ella cualquier vaina loca podría pasar, de hecho, los amigos siempre comentamos que el día que Tania muera, aquello va a ser una gozadera y efectivamente, hoy, Tania ha muerto y ha sido una gozadera.
He sido testigo de un evento insólito. Ayer, en medio del dolor que nos embargaba la sensible muerte de nuestra amiga Tania, sus amigos Bolivia y Nelson Bocaranda, Eva y Amanda Gutiérrez, Gledys Ibarra, Leonardo Padrón, Carlota Sosa y mi persona, entre muchos otros, lloramos e hicimos un Zoom espiritista para comunicarnos con la cadáver en cuestión. He aquí parte de una insólita conversación con ella desde el más allá.
—Tania… Tania… ¿estás allí?… ¡Manifiéstate!… Tania… Tania… si estás allí danos una señal.
—¡Ay, coño!, se fue la luz. Esta vaina sí que está oscura y por falta e’ pago no será.
—¿La escucharon? ¡Era su voz!… Tania… Tania… ¿ves la luz?
—Aquí no se ve nada. Es que Corpoelec es una vaina. En Santa Rosa de Lima todos los días nos cortan la luz.
—Tania… Tania… al final del túnel debe haber una luz, ¿la ves?
—¡Siii…! ¡Veo la luz!… Es del apartamento de al lado porque ellos tienen planta eléctrica.
—Tania… Tania… acéptalo. Ya no estás entre nosotros. Estás muerta. ¡Camina hacia la luz!
—Tengo raaato caminando en esta oscuridad y me di un coñazo en el tobillo… ¡Ya va! Ahora sí. ¡Llegué a la luz!
—Tania… Tania… ¿qué ves allí? ¡Cuéntanos!
—Estoy viendo un pocotón de tipos vestidos como ángeles, tienen alas y aureolas en la cabeza. ¿Será que llegué a la marcha del Orgullo Gay?, digo, como están celebrando su mes… Voy a preguntar… Señor, ¿yo estoy muerta?
—No, señora. ¡Usted lo que está es loca e’ bola!
—Mire señor, lo que pasa es que según me están diciendo mis amigos, al parecer me acabo de morir y no sé adónde voy.
—Aquí, entre nosotros, le voy a decir algo: trate de llegar al infierno porque el cielo es una ladilla. Eso es como pasar una Semana Santa en Antímano. Además, segurito que todos los amigos que se le han muerto están allá.
—Tania… Tania… sigue hablando. Tus amigos te escuchamos.
—¡Coño!, no interrumpan. ¡Ay!, ¡Un angelito negro! Debe ser Coquito, por ahí debe andar el tío Simón… Coquito, ¿cómo hace uno para llegar al infierno?
—¿Qué le pasa señora! Yo no soy Coquito. Yo soy uno de los angelitos negros de Andrés Eloy Blanco.
—Disculpe, señor angelito negro… ¿me podría explicar cómo hace uno para llegar al infierno?
—Le voy a explicar, alma en pena. Usted se monta en esas escaleras mecánicas y luego déjese llevar. Cuando oiga que dicen: “estación Venezuela”. Allí se baja.
—Gracias, señor angelito negro… Pa’ mí que es Coquito… ¡Muchachos, ya voy pa’llá!… Si me dejan de escuchar quédense tranquilos. Voy a desconectarme un ratico que la comunicación es muy mala.
Y fue así como Tania Sarabia bajó por las escaleras y al toparse con un retratote de Chávez supo que había regresado. Y aquí está de nuevo, entre nosotros, los que vivimos como almas en pena en este bello infierno.
COMUNICADO
Las Funerarias Organizadas de Caracas FÓ-CARÁ, cumplen con el penoso deber de informar la sensible resurrección del cadáver femenino de nombre Tania Sarabia e invitan al acto de desvelo que se efectuará en un conocido bar cercano al Cementerio del Este.
El cuerpo de tan hermosa fémina, completamente vivo y chino en pelota, será exhibido para su contemplación sobre la barra del bar. La incineración queda suspendida, pero como ya se habían encendido los carbones, están cordialmente invitados a una ternera que será compartida entre los asistentes a tan luctuoso acontecimiento.
Paz y larga vida a su cuerpo.