Carlos A. Romero: Suelos y plantas

Desde mi niñez he estado relacionado con la naturaleza. Mi papá fue ingeniero agrónomo y con él aprendimos mucho sobre los suelos y las plantas. Él se sabía de memoria el nombre científico de la mayoría de los árboles y flores y bajo su especialización, los suelos orgánicos, conocimos mucho de la flora y de la necesaria conservación.

Me vinieron esos recuerdos al conocer en estos días dos noticias relacionadas con estos temas. En primer lugar, la marca de la temperatura más alta jamás alcanzada desde que se registran tales fenómenos. Y en segundo lugar, los estragos contradictorios que se han dado en el ambiente, unos por mucha agua y otras con poca, unos con temperaturas temerarias y otros con temperaturas gélidas.

Todos estos indicadores nos llevan a pensar y a aceptar que la tan deseada conciencia sobre el deterioro ecológico ha tocado la puerta de la humanidad y que, a pesar de los esfuerzos de muchas personas y organizaciones en todo el mundo, las exigencias por salvar el planeta se multiplican y ya no sólo son el eco de científicos y defensores del del orden natural quienes junto con los que advierten que cambio climático han venido para instalarse para reconocer el peligro inminente de un colapso global.

En efecto, este cambio tiene dos explicaciones que son tomadas por grupos de especialistas que dicen que el fenómeno no es más que una evolución esperada del planeta. Otros por el contrario pregonan que ese cambio es el producto de la acción depravadora del ser humano: la basura, la desforestación, los residuos químicos, la energía nuclear y fósil, el ecocidio, todos productos de una acción humana irresponsable.

A mi me parece, como un simple amateur sobre estos temas que soy, que es un falso problema esto de explicar el cambio climático de esta forma polarizada. En verdad, tal como pasa con otras áreas de la vida no basta utilizar una sola variable para analizar tales acontecimientos. La realidad es más compleja y a simple vista la metamorfosis de la naturaleza se junta con las actividades humanas que se olvidan de la conservación.

Por ello, es menester sumarse al clamor de muchos en la tierra que la humanidad debe tomar conciencia del deterioro ambiental, única posibilidad a mediano plazo de evitar un desastre ecológico mundial. En sí las noticias comentadas no traen de regalo un ramo de flores ni un bienestar emocional.

Lo que se está observando es que, como consecuencia de lo anterior, los grupos sociales se van separando del hábitat en equilibrio y por las inundaciones, la sed, el frío, la contaminación y muchas cosas más van engrosando las migraciones, el éxodo y el desplazamiento de poblaciones necesitadas de una ayuda humanitaria que no se da a vasto ante tales demandas, tal como vemos ahora en el caso de Libia.

De esta manera, cabe destacar la necesidad de tomar conciencia sobre lo que está pasando en la naturaleza y sumarse al movimiento mundial a favor de la defensa de una mejor vida, algo que pasa por comprender que el ser humano es tan solo una pieza muy pequeña en la cosmovisión de la dinámica terrenal.

romecan53@hotmail.com

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