Cuando oyes ciertos sonidos, tus dientes se destemplan. Quizás tú no lo dices de esa forma, pero la sensación te debe haber ocurrido alguna vez.
Por: El Espectador de Caracas con información de Mejor con Salud
También se le llama dentera o tericia. Es una sensación muy molesta que se percibe en la dentadura cuando determinados sonidos parecen irritar a los elementos dentarios. Como si vibraran junto al ruido. Y como veremos más adelante, parte de la explicación está en la vibración.
En este artículo vamos a descifrar por qué podemos sentir que se nos destemplan los dientes y quiénes son más propensos a este problema. Del mismo modo, trataremos de establecer algunas pautas para disminuir el malestar y prevenirlo antes que aparezca.
¿Qué es la dentera?
“Dentera” parecer ser el término más adecuado para definir este fenómeno, que no se limita a los ruidos. En sí, hablaríamos de una sensación desagradable en los dientes, no solo por los sonidos, sino también por culpa de una sensibilidad exagerada a determinadas sustancias que ingerimos o al contactar con objetos.
Tampoco está mal expresar que se nos destemplan los dientes por los sonidos. En realidad, la Real Academia Española acepta que el verbo destemplar tenga la definición de “sentir dentera”. Sobre todo en América del Sur.
La dentera se suele acompañar de otros síntomas concomitantes, como los escalofríos, la erección de los vellos de los miembros superiores e inferiores y la angustia. También puede haber una contractura muscular en ese momento, tanto en el rostro como en otras zonas del cuerpo.
¿Qué sonidos destemplan los dientes?
Cada persona puede sufrir dentera por culpa de diferentes ruidos. Aquí hay una susceptibilidad individual que es imposible abarcar, porque existen tantas percepciones de molestias como seres humanos.
Sin embargo, la mayoría coincidimos en que las uñas contra un pizarrón son irritantes. Asimismo, el cuchillo rozando contra un plato vacío despierta el malestar de cualquiera.
Por fortuna, los estudios científicos se han encargado de confeccionar una lista de los sonidos más perturbadores para el ser humano. Aunque no estés de acuerdo con algunos, parece que para la mayoría esta es la lista definitiva:
- Un cuchillo en fricción contra cristal.
- Un tenedor en fricción contra la porcelana.
- Una tiza chirriando contra un pizarrón.
- El frote de una regla contra el cristal.
- Las uñas arañando un pizarrón.
- El llanto de un bebé.
- Las herramientas mecánicas como los taladros neumáticos.
- El chirrido de las cadenas viejas en los juegos de los parques.
- Las arcadas que acompañan a las náuseas.
- Dos corchos de poliestireno friccionando entre sí.
¿Por qué ciertos sonidos destemplan los dientes?
Ya tenemos la lista de los sonidos más irritantes para el ser humano. Por ende, la exposición a cualquiera de ellos podría ser causal de dentera. Como aclararemos luego, son los pacientes con sensibilidad dental los más expuestos.
Pero la reacción parece ser un rasgo primitivo y evolutivo. Es decir, algo que los seres humanos tenemos como un reflejo de supervivencia y que nos fue quedando guardado en algún punto del sistema nervioso central.
El mismo estudio que estableció la lista de los 10 sonidos más irritantes realizó una serie de observaciones sobre el cerebro de los voluntarios que participaron de la investigación para descifrar qué pasaba en las neuronas ante la exposición. La zona de mayor activación resultó ser la amígdala cerebral.
El circuito consistiría en el ingreso del sonido por la vía auditiva, para luego llegar mediante una conexión interna hasta la amígdala, que es la sede de las emociones. Esta estructura anatómica potenciaría el ruido y elaboraría una reacción negativa casi inmediata.
La reacción negativa que, emocionalmente, es de desagrado, también produciría cambios en el organismo. Algunos de estos síntomas que ya nombramos antes tienen una explicación desde la reacción de lucha o huida. Es decir, aparecen para alertarnos por la posible presencia de un peligro, como la contractura de los músculos, que se preparan para luchar o huir.
Sin embargo, la dentera no tendría un fin dentro de la respuesta ante el estrés. ¿En qué nos beneficiaría sentir tericia? Al respecto hay otra teoría.
Los sonidos destemplan los dientes por una cuestión física
La cavidad pulpar de los dientes es la región más interna de cada elemento dentario. Allí reside el tejido blando con las arterias, las venas y los nervios. Esta pulpa se rodea de dentina y luego, como capa más externa, tenemos el esmalte.
El tejido blando del diente tiene una proporción importante de líquidos (de agua). Si aumentáramos la presión de esos líquidos, entonces sentiríamos dolor, pues la tensión haría presión sobre los nervios de la pulpa.
Debido a que los sonidos son ondas, las mismas podrían alterar la presión de los líquidos que se encuentran atrapados dentro de un recipiente con poca capacidad de deformación. Algo similar ocurre con la barodontalgia, que es el dolor dental por los cambios de presión atmosférica al estar a gran altitud o al sumergirse para bucear.
El proceso se resume en ondas sonoras que viajan por el aire, que alteran el líquido contenido en la pulpa por distorsión de los fluidos y que se traducen en mayor presión intrapulpar. Esa tensión acumulada presiona al nervio dental y este transmite la sensación de disconformidad, molestia o dolor hasta el cerebro.
Si al mismo tiempo estamos viendo el origen del sonido, entonces se refuerza la dentera por la vía visual. O sea, el mecanismo de la amígdala cerebral que explicamos antes contribuye a incrementar la falta de confort. Quiere decir que si conocemos la proveniencia del ruido, el efecto podría ser peor.
La frecuencia de la molestia
Así como se clasificaron los sonidos más desagradables, también se investigó qué frecuencia del sonido despierta los síntomas de incomodidad en los seres humanos. Se ha llegado a la conclusión de que los ruidos con frecuencias entre 2500 y 5000 Hz son los peores.
Los gritos de algunos primates se encuentran en ese rango. En especial los que se emiten para alertar a la comunidad de la cercanía de un peligro.
Esto parece remarcar la teoría del reflejo arcaico y de la amígdala cerebral. Podría haber quedado un vestigio de angustia al escuchar ese grito en el pasado de la humanidad. Las frecuencias similares traerían a la memoria evolutiva la ansiedad y el estrés, que podrían expresarse en la dentera.
La dentera no es misofonía
La misofonía es la tolerancia reducida a ciertos sonidos. La mayoría de las asociaciones médicas no la reconocen como una enfermedad, aunque a veces se la pueda catalogar como una sensibilidad acústica especial.
De todas formas, la dentera o tericia no es equivalente a este problema. Las personas con el trastorno se irritan ante ruidos que podríamos reconocer como cotidianos. Por ejemplo, frente al hecho de que alguien mastique de una forma un tanto fuerte.
La misofonía casi no tiene síntomas físicos. Es más bien una alteración en el estado de ánimo que se convierte en ansiedad, angustia e irritabilidad.
Estas personas no tienen incrementadas las conexiones entre la vía auditiva y la amígdala cerebral, sino que parece que poseen una comunicación irregular entre el área auditiva del encéfalo y la parte motora. Por ende, la base fisiopatológica no es la misma.
¿Quiénes son más susceptibles a los sonidos que destemplan los dientes?
Las personas con sensibilidad dental son más susceptibles a los sonidos que destemplan los dientes. Este problema es bastante frecuente en la población general.
Gran parte de los casos de sensibilidad dental se detectan en personas adultas que tienen entre 30 y 50 años. La explicación es la exposición que sufren de la dentina al exterior por desgaste del esmalte o porque una retracción de las encías deja al descubierto parte de la raíz dentaria.
El tejido que conforma la dentina está repleto de canalículos que la comunican con la pulpa. Esto también podría relacionarse con la teoría del cambio de presión intrapulpar que intenta dar fundamento a la dentera a través de la acción de las ondas sonoras.
Los pacientes con sensibilidad dental sufren dolor y falta de confort cuando entran en contacto con bebidas y alimentos muy fríos o muy calientes. Pero también constituyen un grupo de riesgo para la tericia, porque los sonidos irritantes tendrían una mayor posibilidad de afectar a la dentina y a la pulpa.
Las causas más frecuentes de sensibilidad dental son las siguientes:
- Cepillado dental intenso: la fricción del cepillo de dientes con mucha fuerza sobre las superficies de la dentadura podría fomentar el retroceso de las encías.
- Bruxismo: el rechinar de dientes desgasta el esmalte. La mecánica de fricción entre las arcadas dentarias superior e inferior lastima progresivamente los puntos de contacto, exponiendo la dentina en determinadas zonas.
- Caries: las cavidades por caries exponen la dentina y hasta la pulpa al exterior. Los alimentos y el aire frío pueden penetrar con facilidad al interior, alcanzando el nervio y las partes sensibles del diente.
- Uso de enjuagues bucales con alcohol: el alcohol en los colutorios, si no se usan con la frecuencia indicada, deriva en daños sobre el esmalte.
- Gingivitis: los pacientes con gingivitis, es decir, con inflamación de las encías, suelen tener exposición de parte de la raíces por la retracción que se genera del tejido. Esta parte del elemento dentario es muy sensible.
¿Puedo evitar la dentera?
Los sonidos que destemplan los dientes no se pueden eliminar. Existen en la vida cotidiana y es posible que nos crucemos con ellos a menudo.
Si la tericia es muy molesta y nos causa alteraciones que son insoportables, entonces deberemos buscar rutinas que nos alejen de esos ruidos. De todas maneras, quitarlos por completo es una tarea casi imposible.
Lo que sí podemos hacer es tomar medidas preventivas para evitar o reducir la sensibilidad dental. En este sentido, será de vital importancia cuidar la higiene bucal con el cepillado adecuado y sin ejercer demasiada presión, de manera que no desgastemos el esmalte.
Si usamos enjuagues bucales, entonces deberíamos preferir los que son libres de alcohol o consultar con un profesional odontológico para que nos asesore sobre el más indicado para nuestra boca. Con el dentista también deberíamos abordar los posibles problemas de bruxismo, caries y gingivitis.
Todas estas precauciones reducen el riesgo de sensibilidad, pero no aseguran que nos libremos de la dentera. Al fin y al cabo, parece que estamos ante un reflejo primitivo. Y los reflejos son automáticos.
No podrás evitar la tericia, pero puedes tener consideración de los demás. Así que trata de no realizar ruidos que destemplen los dientes de los otros. Muchos te lo agradecerán.