El trastorno conocido como somnolencia o fatiga diurna, también recibe el nombre de «excesiva somnolencia diurna o ESD». Consiste en la incapacidad para sostener la vigilia con un deseo irrefrenable de dormir, aun con la consciencia de que eso sería riesgoso o no recomendable.
Por: El Espectador de Caracas con información de Mejor con Salud
Los síntomas afectan toda la vida cotidiana de estas personas; no pueden conducir, si tampoco mantenerse despiertos en reuniones laborales. Incluso, les cuesta sostener conversaciones con cercanos o desconocidos.
¿Qué es la somnolencia o fatiga diurna?
El trastorno de somnolencia o fatiga diurna es una alteración del ritmo circadiano, es decir, los periodos internos y externos del cuerpo cuya función es regular los momentos de una jornada, un mes, un año y hasta una vida. El ciclo alterado aquí es el de sueño-vigilia.
Los pacientes con somnolencia diurna se quedan dormidos en cualquier lugar, sin importar el tipo de actividad que estén realizando. No importa tampoco el horario, aunque se hayan despertado de toda la noche durmiendo hace menos de una hora.
Este deseo, que es fisiológico y natural para descansar los tejidos y equilibrar el medio interno, sucede de manera imprevista e involuntaria. Se trata del exceso de una necesidad básica.
El estudio de la medicina del sueño ha separado la somnolencia en dos variantes: subjetiva y objetiva. En base a ellas, se establece que el deseo de dormir, normal o patológico, responde a cambios celulares medibles y a una configuración de la personalidad que es muy particular.
Somnolencia subjetiva
En la somnolencia subjetiva prima la necesidad que percibe la persona. A veces, un solo bostezo es suficiente para ingresar a ese estado de cansancio que no parece resolverse de otra manera que no sea durmiendo.
También la pérdida de concentración, la caída de los párpados por debajo de su nivel y la incapacidad de resolver tareas habituales son indicativos.
Somnolencia objetiva
La somnolencia objetiva es la propensión a dormirse como tal, y puede medirse a través de instrumentos destinados para eso. Un electroencefalograma lo puede detectar, así como un oculograma. Son mediciones de la actividad eléctrica de los tejidos que revelan cuándo el cuerpo solicita descanso.
Causas del trastorno
Los orígenes de la somnolencia o fatiga diurna son variados. En líneas generales, podemos distinguir dos grupos causales: las primarias y las secundarias.
Primarias
Entre las causas primarias tenemos las siguientes:
- Narcolepsia: es un estado de somnolencia excesiva que aparece como ataques agudos de sopor.
- Hipersomnia idiopática: se denomina así a la aparición de la enfermedad sin encontrar otra forma de catalogarla. No se conocen sus mecanismos íntimos y tiene, como signo característico, la dificultad excesiva para despertar a la persona una vez que se durmió.
Secundarias
Las causas secundarias de somnolencia o fatiga diurna son patologías que cuentan, entre sus síntomas, el sueño excesivo, ya sea por un desbalance hormonal, un cambio en la oxigenación o un desequilibrio en los ritmos circadianos. Algunas son las siguientes:
- Apnea obstructiva del sueño: estos pacientes duermen mal durante la noche porque no ingresa en ellos el oxígeno suficiente. En razón de ello, durante el día se sienten cansados.
- Jet lag: este famoso cambio de horario por un vuelo que atraviesa varios países está dentro de las alteraciones del ritmo circadiano. Es pasajero, ya que a los pocos días o incluso horas, se recupera el dormir habitual.
- Síndrome del trabajador nocturno: las labores que implican desempeñarse durante la noche afectan el normal funcionamiento del cuerpo durante el día. Los serenos, por ejemplo, o los enfermeros con turnos rotativos, pueden experimentar somnolencia en alguna de sus jornadas.
- Accidentes cerebrovasculares: tras un derrame cerebral, las personas pueden quedar con secuelas neurológicas, entre ellas la fatiga excesiva.
- Meningitis y encefalitis: la inflamación del tejido cerebral o su compresión podría alterar el funcionamiento del reloj biológico que se comanda desde la región conocida como «tálamo»
- Enfermedades psiquiátricas: la depresión y la ansiedad, como grandes representantes de este grupo, cursan con alteraciones del sueño que incluyen el insomnio. Estos pacientes pueden pasar noches enteras sin dormir, lo que a corto plazo acarrea sueño durante el día, en las labores cotidianas.
¿Cómo se diagnostica la somnolencia o fatiga diurna?
El diagnóstico del trastorno no siempre es fácil. A veces, cuando los síntomas son claros, no hay mucha duda que pueda tener el profesional. Sin embargo, la dificultad estriba en encontrar la causa última de la somnolencia excesiva, porque no es lo mismo una depresión que una narcolepsia.
Para afinar el diagnóstico se emplean instrumentos de medición que son, sobre todo, subjetivos. Es decir, el médico y el paciente completan cuestionarios y escalas que determinan, a grandes rasgos, cuál es la gravedad de la afectación.
Entre las pruebas que realiza el profesional está la observación del comportamiento, registrando bostezos, frecuencia del parpadeo y posibles balanceos de la cabeza hacia delante. A su vez, puede evaluarse si el paciente es funcional o no, midiendo su respuesta a los estímulos y los reflejos.
El mismo afectado tiene la opción de llenar ciertas escalas y cuestionarios para ayudar al diagnóstico. Existen muchas de ellas, como la de Stanford y de Epworth.
Como última opción, están los test de neurofisiología. Se mide la actividad eléctrica durante algún momento del día para saber si ciertos tejidos tienden a la somnolencia de manera fisiológica, aunque fuera de horario. Se emplean electroencefalogramas, polisomnogramas y potenciales evocados.
¿Se puede tratar este problema?
El tratamiento de la somnolencia o fatiga diurna es complicado. Si se establece su causa de fondo, entonces el abordaje apuntará a corregir eso. Pongamos como ejemplo la apnea obstructiva del sueño, que llevará al uso de una mascarilla nocturna para mejorar la entrada de oxígeno durante la noche.
Si la causa es primaria, uno de los pocos medicamentos que existe para el fin es el modafinilo. No es una anfetamina, pero su efecto es similar, ya que activa el organismo en general. Sin embargo, se impone un control estricto en su uso debido al riesgo de dependencia.
Es clave, por último, que el médico certifique la capacidad que tiene el paciente de hacer o no ciertas tareas. Algunas personas no pueden ni siquiera manejar su vehículo particular por el riesgo que eso conlleva. Ciertos cambios deben aplicarse en las rutinas cotidianas para disminuir las consecuencias de este trastorno.