La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) votó este miércoles suspender a Siria de sus derechos y privilegios por el uso reiterado de cloro y gas sarín contra la población civil, en una sanción histórica de este organismo con Rusia, China e Irán en contra, lo que amenaza con acentuar las tensiones geopolíticas.
Por: El Espectador de Caracas con información de El Carabobeño
Es la primera vez en sus 24 años de vida que la OPAQ recurre a la herramienta de sanciones más importante que tiene a su disposición, un castigo que hace que Siria pierda su derecho al voto y sus privilegios dentro de la organización, hasta que declare su arsenal químico y permita la supervisión de su destrucción.
Esta sanción excepcional ha sido propuesta por Francia, en nombre de otros 45 países como Estados Unidos y Reino Unido, tras la publicación de dos informes del Equipo de Investigación e Identificación (ITT) de la OPAQ que confirman que las fuerzas del régimen de Bashar al Asad han utilizado gas sarín y cloro en varios ataques militares contra la población civil, en violación de la Convención de las Armas Químicas, firmada por 193 países.
Aunque esta sanción es solo simbólica y tiene un importante valor político, podría ser un primer paso relevante para responsabilizar a Siria por crímenes de guerra en un hipotético proceso judicial, dado que los informes del ITT han documentado con múltiples evidencias, testimonios y análisis de muestras lo ocurrido en esos ataques.
En abril del año pasado, el ITT concluyó que, con base en “motivos razonables”, las fuerzas de Al Asad usaron gas sarín o cloro en al menos tres ataques contra la ciudad siria de Hama en 2017. La semana pasada confirmaron el uso de armas químicas en un ataque en Saraqib, en la provincia siria de Idlib, el 4 de febrero de 2018.
La OPAQ exigió a Damasco que explicara lo sucedido y le dio un ultimátum de 90 días para que declarase el arsenal que aún conserva, pero Siria no atendió al llamamiento y, junto a su aliado ruso, negó el uso de sustancias prohibidas en los ataques contra civiles y acusó a Occidente de “propaganda” con una “investigación fabricada”.
Durante la segunda parte de la Conferencia de Estados Parte que la OPAQ celebra en La Haya esta semana, del 20 al 22 de abril, un total de 136 países opinaron sobre la sanción a Damasco: 87 votaron a favor y 34 se abstuvieron, mientras que 15 países, incluida la propia Siria, China, Rusia e Irán, votaron en contra de aplicar el castigo al país árabe, que lleva más de diez años sumido en un conflicto civil.
Para la delegación francesa ante la OPAQ hoy es “un buen día para el multilateralismo”, que envió “una señal clara: el uso repetido de armas químicas en Siria es inaceptable para la comunidad internacional”, pero sus colegas rusos lo vieron como “un día negro” para la OPAQ, y los sirios lo tildaron de un paso “peligroso y serio” para la cooperación.
Aunque el uso de armas químicas en Siria ha sido probado en varias ocasiones por la OPAQ, no fue hasta 2018 cuando se autorizó la creación del ITT para identificar a los responsables de su uso, pero este equipo “no es un órgano judicial o cuasijudicial con autoridad para asignar responsabilidad penal individual, ni tiene autoridad para sacar conclusiones sobre el incumplimiento de la Convención”.
Siria empezó a formar parte de la OPAQ en 2013, en medio de la presión internacional por las denuncias del uso de armas químicas contra el suburbio de Guta en Damasco, el 21 de agosto de 2013, lo que se cobró la vida de 1.400 personas y otras 3.000 resultaron heridas, lo que el organismo internacional consideró el peor ataque químico en los últimos 25 años.
Estados Unidos amenazó entonces a Al Asad con una intervención militar por cruzar “una línea roja”, dijo el expresidente Barack Obama, pero eso nunca llegó a materializarse gracias al compromiso de Siria de declarar y permitir a la OPAQ destruir todo su arsenal químico, lo que teóricamente se había cumplido a finales de 2014, pero luego se demostró que el país mantenía parte de su suministro.
La OPAQ fue creada como una plataforma para técnicos, expertos y diplomáticos para eliminar las armas químicas, pero, durante los últimos años, los debates en sus salas se han centrado con frecuencia en el intercambio de críticas y acusaciones entre Rusia y Occidente por cuestiones como la situación en Siria, el envenenamiento del exespía ruso Serguéi Skripal y su hija Yulia en Salisbury (Reino Unido) en 2018 o de Alekséi Navalni en 2020.