Ya no perderemos el tiempo con los ardides de una casta política desconectada, fracasada y dispuesta a cederlo todo con tal de mantener su sobrevivencia política, limitada a cualquier costo indigno, siempre los vemos atados a negocios que financien su mezquino bienestar personal. Esos buenos para nada que no representan a nadie han sido incapaces de cualquier esfuerzo de compresión de la hora actual. Cierran sus ojos ante el desdibujamiento de la frontera y un concepto fallido de país. Los cambios son inevitables y un nuevo liderazgo surgirá sobre los simuladores de profesión. El que libera dirige con coherencia.
La corporación criminal tiene restringida la movilización para la protesta y la reprime sin respeto a los derechos humanos. Han impedido la articulación entre ciudadanos libres y rompieron el tejido social. Por eso el acento hay que ponerlo en la organización, esa es la clave para los que rechazamos a entrar en proceso de sumisión y nos rebelamos contra una sociedad de esclavos. La biodominación toma fuerza cuando se logra debilitar la voluntad y el espíritu.
Asumimos la lucha sin desánimo, con la fuerza e inspiración que da la fidelidad a la democracia, la libertad y la verdad. Si nos quebramos, la vida nos la cobrará con fracasos e indignidad.
Las convicciones democráticas nos unen y construiremos nuevamente la fuerza que dilapidó Guaidó, lamentablemente hundido en sus contradicciones junto a sus acólitos; hoy pedalea sin moverse.
Construiremos fuerzas y una nueva narrativa, para así lograr la cohesión interna y externa que conduzca a liberarnos de la usurpación.
Quiero dejar constancia de la injusta detención y prisión del general Jorge Zedán Abudey. He conocido pocos militares de honor como él. Lo conocí cuando asumí la secretaría del Consejo de Ministros en 1984. El entonces joven y muy serio mayor Zedán, alférez mayor de su promoción 1973, asumía el delicado cargo de director de seguridad del Palacio de Miraflores. Con el trato asiduo pude comprobar sus recios principios y valores de vida. Hacía gala de una cultura superior y me consta el respeto que por su rectitud merecía de sus compañeros y superiores. Leía en ese tiempo de cabo a rabo la revista Resumen y le gustaba discutir conmigo temas vitales para el desarrollo del país. Jorge, eres y has sido un hombre de bien, ilustre, tus méritos jamás podrán ser desconocidos ni ignorados y trascienden a una posteridad que los prolongará. Los hombres rectos llenan de regocijo sus hogares y este es tu caso. Te alegrarás de haber mantenido tus principios, aunque no podrás evitar padecer diferentes pruebas como la injusticia presente que te envuelve.
¡Libertad para el general Zedán. No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!