Anunció ayer el tribunal caraqueño que María Corina Machado estaba inhabilitada. La decisión solo era desconocida para algunos inocentes. De nada valió afirmar, antes de la primaria, que esa información era falsa, mucho menos la posterior a dicho evento, emitida por sus más cercanos seguidores, en el sentido que el volumen de votos que recibió, la habilitaba.
Guste o no, en la actual situación política venezolana -que buena parte del país sufre pero que a algunos gusta tratar de desconocer echándonos tierrita en los ojos- es la de que es el gobierno, quien controla todos los poderes, el que finalmente decidirá si le conviene o no enfrentar a un candidato X o Z, recordando algunos que eso hizo el señor Ortega en Nicaragua, pero obviando todos que lo hicieron en nuestra tierra barinesa, cuando inhabilitaron a Superlano y a su esposa, para permitir que les compitiere otro que creían poder derrotar pero no lograron por un solo factor, la unidad.
Esa variable será en estos meses que vienen el elemento fundamental en la solución de la actual coyuntura política venezolana.
En la medida que la oposición adelante discutir y acordar, sin necesidad de publicitar, la fórmula de sustitución respectiva de cualquier candidato inhabilitado, se tendrá más posibilidades de éxito, las cuales se incrementarán si todos los integrantes del equipo juegan para este y no como nos enteramos esta semana, que algunos lo hacían para atrás.
Con vista a lo ocurrido, como observador de la política, entiendo que los factores opositores no pueden perder tiempo en discutir la legalidad o no de la decisión. La fuerza de las circunstancias, el estado actual de los poderes públicos venezolanos y el hecho de que nuestro país no forme parte del sistema interamericano de justicia -el que en otras condiciones hubiere sido el que finalmente conocería la situación planteada- origina que los actores políticos deban adoptar perentoriamente, los acuerdos que faciliten superar la misma, esa en que se metieron al convenir las condiciones que permitieron llegar a ella pues, a nadie debería sorprender, que el próximo 15 de febrero, el ente comicial venezolano anuncie que la elección presidencial será el 15 de agosto, sí, el mismo día que el chavismo celebra que Chavez ganó en esa fecha 20 años atrás, el referendo revocatorio.
El gobierno, nadie lo dude tiene una estrategia clara y cantada, desincentivar el voto y lo hará hasta el último momento pues no tiene interés alguno en desalojar el poder, por lo que del mismo solo saldrá empujado si tiene en su contra, una inmensa cantidad de votos que hagan indubitable su derrota. Para ello se valdrá de todas las decisiones posibles, una ya evidentes como la elección del señor Amoroso en el CNE o las inhabilitaciones ratificadas y otras que veremos en el futuro que a más de uno escandalizaran.
Así las cosas, a sus adversarios solo les queda pensar las cosas con cabeza fresca, no aceptar cantos de sirena abstencionistas o salidas distintas a la electoral y prepararse para un combate hasta ahora nunca visto en Venezuela, donde la pelea debe ser en las elecciones, voto a voto y no como algunos parecieren estar tentados a pedir.
Gonzalo Oliveros Navarro
@barraplural