22 de noviembre de 2024 6:44 AM

Ricardo Sucre: Caso Patiño-Guanipa: disciplina de partido pero escuchar a la sociedad

El 28-7-21 escribí un artículo para El Cooperante en el cual bosquejé lo que a mi modo de ver eran –y son- nuevo clivajes dentro del mundo político de la oposición. Comenté los casos de Roberto Patiño y “Chola” frente a figuras de partido como Guanipa, todos de PJ. La idea que quise comunicar era que corrientes renovadoras tendrían fuerza ante el público y que esa realidad se vería dentro de las organizaciones políticas. Que las diferencias no serían solo en cómo se enfoca la estrategia para lograr la alternancia en el poder, sino en visiones doctrinarias.

Por: Espectador de Caracas con información de El Cooperante

Los partidos tienen su soberanía, su disciplina y sus mecanismos para tomar decisiones pero igualmente ser, como dice Sartori, “responsivos y responsables”. Me socialicé en la tradición venezolana del “centralismo democrático” que vertebró a los partidos políticos modernos. Por eso pienso que una vez que un partido toma una decisión, hay que acatarla si se hace vida dentro de una organización política.

Lo anterior porque PJ decidió sobre la candidatura para la Alcaldía de Caracas. Optó por Tomás Guanipa frente a Roberto Patiño. Si veo la decisión desde la perspectiva de cuál candidato para Caracas, Patiño luce una figura más renovada que Guanipa, quien ya es diputado por Caracas pero comunica ser una figura de partido, “tradicional”. Patiño muestra ser más candidato. El tema ético de emplear una ONG para proyectarse políticamente es otra discusión que escapa a este artículo, pero el joven de PJ revela ser mejor candidato que Guanipa. Solo por ser “nuevo”, ya tiene una ventaja como candidato. 

Si lo analizo en términos de la disciplina de un partido y su salud a mediano y largo plazo, la decisión a favor de Guanipa es la correcta. Es un mensaje tanto para el gobierno como para la oposición. Que PJ es eso: un partido, con una estructura, dirección, y que puede fijar posiciones como su comunicado del día 16-9-21 sobre la situación de Monómeros. Puestos en una balanza, entre escoger un buen candidato para una elección X y mantener la disciplina o estructura dentro de un partido Y, escojo mantener la estructura del partido aunque no se seleccione a un buen candidato.

La respuesta de Patiño al aceptar la decisión que favoreció a Guanipa fue acertada. Una respuesta políticamente bien elaborada. Es un aspirante nuevo, tiene camino por delante, y dentro de la cultura de un partido -cualquiera, en Venezuela o fuera de Venezuela- asumir reveses de manera disciplinada y trabajar de buena fue por quien ganó, se impuso en virtud de su fuerza o designado por la dirección política, legitima. En un partido como en la vida, hay que aprender a tener piel. Los reveses son escuela. Con su respuesta, Patiño ganó legitimidad política.

Sin embargo, que PJ haya resuelto su candidato en Caracas no implica que los partidos no deban escuchar a la sociedad. En algún sentido, el debate Patiño-Guanipa es parecido a la discusión durante los 80’s entre los “renovadores” y los “ortodoxos” de los partidos de la Venezuela de ese entonces. Como en los 80’s, en 2021 es la misma demanda para cambios internos que la sociedad les hace a los partidos. Si bien me ubico en la “ortodoxia partidista”, hay que escuchar a la sociedad. Más cuando esas demandas son intensas en el tiempo. Son una constante en la historia de los partidos venezolanos no siempre bien resueltas o con un resultado no esperado (las primarias abiertas que hizo Copei el día 25-4-1993).

En este escuchar también la sociedad debe ayudar. No solo quejarse con los partidos, sino promover climas de opinión para que cambien en lo interno. Así como se creó un Foro Cívico que estimuló discutir el tema electoral y promovió figuras de la sociedad para el proceso de designación de los rectores del CNE que se hizo en mayo de este año, también puede crearse un Foro Cívico para que estimule la discusión acerca de las transformaciones dentro de los partidos políticos.

Me llamó la atención el entusiasmo que en redes sociales generó la precandidatura de Patiño más que la de “Chola”. Quizás porque el último tiene más tiempo en el trabajo político, porque Caracas es la “joya de la corona” aunque el municipio Sucre del estado Miranda no es que sea poca cosa, o porque Patiño presentó su nombre frente al de Guanipa y eso es noticia. El “incumbent” –Guanipa- retado por el “challenger”, Patiño. Pero también el interés refleja cambios más estructurales que hay en la sociedad venezolana. Esta se ha “derechizado” más o la hace más explícito y no está acotada a los partidos que representan esta corriente como Copei. En Patiño y “Chola” ve mejores representantes de esa visión que en Guanipa, que si bien son de la misma familia de PJ el cual tiene su doctrina, aquél comunica ser más “hombre de partido” y menos autónomo que jóvenes que pueden canalizar intereses sociales que no se sienten representados por la dirección de PJ de la que Guanipa forma parte. 

Los apoyos que recibió Patiño dicen mucho sobre este realineamiento doctrinario que hay en la sociedad. Desde figuras políticas como Paulina Gamus hasta exministros como Moisés NaímQuizás Paulina apoyó a Patiño porque en su casa, AD, no ve posible una renovación. Quizás Naím respalde a “Chola” porque en el partido que tuvo un gobierno en el cual fue ministro, no ve renovación programática. Perciben partidos vetustos no solo en sus liderazgos sino en sus visiones programáticas. 

Son apoyos que no solo indican críticas a las direcciones de los partidos sino realineamientos doctrinarios que suceden en la sociedad que tienen eco dentro de las organizaciones. Si esta conjetura tiene base, es una señal interesante porque los partidos venezolanos son reacios a las tendencias internas aunque hay una tradición que se remonta a los 70’s con el MAS, pero nuestra experiencia es distinta a la de Uruguay, por ejemplo, según analizó “Pepe” Mujica en una entrevista concedida a El País de España el día 16-9-21.

En el artículo de julio para El Cooperante, mencioné a modo inicial lo que llamé un “conservatismo decente”  que significa una corriente política que sugiere que a través de restaurar valores como la familia, el trabajo duro, el esfuerzo, con una intervención moderada del Estado y una sensibilidad social de las elites, el pueblo tendrá progreso. En esta corriente ubiqué a Patiño y a “Chola” frente a lo que en el artículo denominé “populismo eficiente” en donde puse a Capriles. Esta corriente plantea que el liderazgo político debe acercarse y vivir la cotidianidad y dificultades del pueblo no solo retóricamente, y no rechaza una intervención del Estado más amplia pero fiscalmente responsable.

Lo interesante de las opciones de Patiño y “Chola” en mi análisis es que muestran no solo la tradicional crítica de la sociedad a las direcciones políticas que abrevan del centralismo democrático, sino que el consenso en las elites de la oposición a favor del modelo democrático liberal de AD y Copei –de centro, sea en su versión socialdemócrata o socialcristiana- cede un poco a un consenso más de derecha de esas elites que privilegia más a la persona apoyada por algo como “el ala luminosa de la oposición”, y menos por estructuras y cuadros profesionales de un partido político. 

En Venezuela hay una rebelión silenciosa y a veces no tanto de la sociedad civil que reclama cambios a los partidos. Por ejemplo, El Foro Cívico y la candidatura de Patiño, quien si bien milita en PJ, se dio a conocer a través de una ONG. Es decir, las ONG como trampolín para la política porque los partidos no ofrecen espacios a corrientes renovadoras.

La opción truncada de Patiño para competir en Caracas, tal vez sea el primer desafío reciente desde la sociedad civil a los partidos, si se toma en cuenta que viene de una ONG y de quienes lo apoyaron en redes sociales. Otra señal para los partidos es que el intento de la dirección del partido MUD para ofrecerse como mediadora en las diferencias dentro de la oposición, no tuvo éxito o fue parcial. La tarjeta MUD ya no es reconocida por todos. Muchos partidos sienten que no tiene la autoridad política o moral para ofrecerse como mediadora como dejaron ver 12 organizaciones pequeñas de la plataforma unitaria en un comunicado del día 16-9-21. Estas organizaciones se sienten autónomas y se comportan como “grupos en sí y grupo para sí”. No es que no fuera así en la época de la MUD, pero la diferencia que observo hoy es que los partidos se sienten más seguros de sus posturas y en posición de retar de forma abierta a instituciones unitarias del pasado como fue la MUD. Son señales de un ambiente político más complejo para los partidos políticos organizados alrededor del G4 o partidos con un peso propio.

La disciplina partidista no está reñida con los cambios dentro de los partidos. Que el conflicto político venezolano determine que una dirección política decida quién es el candidato porque adoptó una estrategia política equivocada -la “presión y el quiebre”- y ahora regresa a participar en elecciones para no perder los espacios que hoy le disputan a esa dirección, no es excusa para no tomar en cuenta los cambios dentro de la sociedad y responder a ellos.

Aunque en el mundo opositor hablar de Maduro es visto con sospecha, sigo sus actos y lo que dice. Me dan elementos para comprender cómo desde el gobierno se ve la política y Maduro no es malo en el análisis político. En un acto del día 14-9-21 con la juventud del PSUV, comentó palabras más, palabras menos algo como que las regionales van a catalizar dentro de la oposición la salida o crisis de lo que pudiéramos llamar la “ortodoxia” dentro los partidos y la emergencia de otros liderazgos.

Por supuesto, es el deseo de Maduro. Su “wishful thinking”. Curiosamente, también la oposición tiene los suyos. Los dos se parecen en que buscan una variable exógena que catalice cambios en la dirección que buscan. Maduro con otra oposición, y ésta con la idea que Saab y “El Pollo” producirán el famoso “quiebre interno” que abra la puerta a la “transición”. 

Todavía no tengo claro en mi análisis si será como Maduro afirma. Le doy más oportunidad a la oposición para salir mejor en noviembre de lo que se espera, incluso de los mismos opositores. Pero lo que sí tengo despejado es que si los partidos mantienen su cerrazón a las demandas de la sociedad, la separación con ésta será cada vez mayor, como ya ocurre. Corren el riesgo de los viejos generales liberales luego de la muerte de Gómez: perdidos en el tiempo político dentro de un nuevo país que no podían comprender porque nunca cambiaron. Vivieron de sus glorias y del poder que tuvieron. Aunque con respecto al pasado de 1936, los partidos de 2021 pueden vivir sin cambiar mucho. Tienen cierto público que crea la percepción que no hay que cambiar porque hay apoyos. Un círculo no virtuoso que permite la vida política sin cambios pero sin desaparecer: la inercia. En una forma de gobierno autoritario puede ser una virtud porque se asume como una “resiliencia”. Lo es pero limitada y no sana porque genera razones para no cambiar porque se está en un modo de lucha, que es eterno. Siempre habrá un motivo para no cambiar. Por eso su “resiliencia limitada”. 

Pero el poder es relativo. Al no cambiar, los viejos caudillos partidistas de 1936 lo perdieron y pasó a los entonces partidos políticos que con el tiempo se convirtieron en estructuras cerradas que a su vez dieron origen a nuevos partidos como PJ que hoy enfrentan el mismo problema de los partidos del pasado: cómo llevar la renovación interna que no sea la foto de un montón de chamos o promover algunos, sino un ambiente que permee a toda la estructura de un partido ¿Se repite la historia de 1936 o los partidos podrán cambiar desde adentro para escribir una nueva historia, más abierta a la sociedad?

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