La retórica es el arte de bien decir, de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia para deleitar, persuadir o conmover. Ese arte que es la esencia de la comunicación requiere de grandes esfuerzos para materializarse y en esa necesidad de elevar los mensajes, hay un par de escritores de los cuales trata este texto y que sirven de ejemplo para analizar los alcances y efectos de la elocuencia.
George Orwell
George Orwell es el seudónimo con el cual escribía Eric Arthur Blair, un británico nacido en la India, quien apenas vivió entre 1903 y 1950, falleciendo a la temprana edad de 46 años y que, entre su obra escrita, destacan particularmente dos textos literarios por el carácter imperecedero que poseen: Rebelión en la granja y 1984. Su obra muestra el mundo descarnado de las sociedades totalitarias y han logrado un particular efecto persuasivo y cautivante porque Orwell hace uso de lo artístico para expresar sus ideas. Si la idea central de cualquiera de estos dos textos se hubiese expresado a través de un ensayo, la posibilidad de trascendencia hubiese sido nula y probablemente ni conociéramos de la existencia de este importantísimo autor. Se trata de una demostración palmaria de cómo, a través del arte, se pueden expresar las ideas de una manera mucho más reveladora que si se hiciese a través de otra forma comunicacional. A mi juicio, lo más interesante de la obra de George Orwell es que a pesar de usar el género literario para mostrarnos una realidad espantosa, Orwell es un mal escritor. Su capacidad argumentativa no reposa en lo bien que escribe sino en los recursos literarios puestos al servicio de la expresión de una idea. Es un mal escritor, expresando ideas muy duras, las cuales gracias a lo artístico se materializan en un simbolismo insuperable que nos queda como un legado para cualquier generación, en cualquier tiempo y lugar. Visto de esta forma, se trata de uno de los escritores más importantes de todos los tiempos. A sabiendas que escribe mal. Esto último es una paradoja magnífica frente a la cual no puedo expresar sino mi alegría, porque viéndolo bien, el carácter de su obra es triplemente enriquecedor. 1. Porque la idea se universaliza. 2. Porque la idea se transforma en arte para poderse universalizar. 3. Porque la imperfección narrativa de Orwell hace que sus personajes se parezcan a nosotros. Es mucho más fácil identificarse con ellos en la medida que se muestran más humanos. Incluso cuando usa animales para la expresión de sus ideas, el texto se humaniza incluso más que si fuesen personas.
Friedrich Nietzsche
Friedrich Wilhelm Nietzsche es un filósofo, poeta, músico y filólogo alemán quien apenas vivió entre 1844 y 1900, falleciendo a la temprana edad de 55 años. Escribió una obra abultada que ha cimentado una manera de filosofar y una conceptuación de la cultura que ha influenciado a una enorme cantidad de hombres de pensamiento a través de su legado, el cual se ha materializado incipientemente desde el siglo XIX, con mucha penetrancia durante todo el siglo XX y bastante presencia en la actualidad. El desarrollo de su trabajo tiene como pieza fundamental un libro sin el cual Nietzsche no se hubiese universalizado. Se trata de la obra Así habló Zaratustra, un texto raro por donde se le vea, pues a través de claves narrativas y elementos poéticos, Nietzsche expresa lo fundamental de su obra filosófica, de una manera atractiva, por cuanto en este texto hay relatos y personajes cargados de gran simbolismo que van expresando diferentes puntos de vista sobre múltiples asuntos universales, siempre de manera cautivante y persuasiva. No en vano se ha dicho tantas veces que se trata de un libro peligroso, porque al embellecer sus ideas y plantearlas de la forma como lo crea, se hace mucho más seductor el discurso y cayendo en manos inadecuadas, es posible que de ese manantial de genialidades surjan las más retorcidas interpretaciones. Yo también creo que Así habló Zaratustra es un libro peligroso. No tanto porque lo lean personas que potencialmente harían uso inadecuado de cuanto ahí plantea, sino que su peligro se basa en su belleza. Es un libro hermoso, de fácil lectura, de elevada calidad expresiva y total armonía en el que se plantean temas transgresores cuya fuerza lo condena a la inmortalidad, al misterio y a esas cosas propias de las fuerzas de lo humano que en ocasiones asociamos a lo oscuro de nuestras naturalezas. De ahí que para su propio autor es “un libro para todos y para ninguno”, artificio retórico que termina por embelesar al más cauto y también a los incautos.
Lo maravilloso y lo terrorífico
Cuando el discurso se hace de elementos artísticos que logran universalizar la obra, se abre la posibilidad de que esta llegue a una mayor cantidad de personas. Se trata de un asunto que con cierta frecuencia aparece en la cultura. Lo monstruoso, aquello que sería imposible de asimilar si se nos dijera de manera directa, logra un nivel superior cuando se expresa a través de la dimensión que solo permite el arte. Esta ha sido la forma de expresar los temas más difíciles, lo cual podemos ver de manera tangible y clara en dos pensadores como lo son George Orwell y Friedrich Nietzsche. El embellecimiento de las cosas difíciles, lejos de enredar aquello que se quiere expresar, termina por conferirle una condición inmortal.
Filósofo, psiquiatra y escritor venezolano.
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