22 de noviembre de 2024 9:38 AM

Gonzalo Oliveros Navarro: Recuperar la democracia

Jueves 11 de noviembre 2021

Como consecuencia de los sucesos venezolanos de abril de 1810 y julio de 1811, los españoles buscaron recuperar su primacía y lo lograron al caer la primera república en 1812. Los patriotas pudieron conformarse pero insistieron y forjaron la segunda que luego se perdió en 1814. Pasaron entonces diez largos años hasta que en 1824 -con la batalla del Lago de Maracaibo- consiguieron que el país fuere íntegramente nuestro. La lección entonces es clara, insistir, persistir hasta vencer.

Gonzalo Oliveros Navarro / @barraplural

Creo haberle leído al escritor margariteño Francisco Suniaga una historia relativa al General Arismendi y Pablo Morillo cuando este asoló la isla de Margarita durante la independencia en representación del imperio español.

Según el relato, Arismendi se arrastró ante Morillo para que este no lo pasare por las armas y ante ese gesto, le perdonó la vida a pesar del desacuerdo de sus segundos. Meses después, con la recuperación insular por las fuerzas patriotas, Arismendi pasó por las armas a todos los españoles que detuvo, lo que llevó a Morillo a rechazarlo siempre.

Me imagino a los segundos de este, negándose a combatir contra Arismendi por el gesto que ellos deberían interpretar como una villanía por su parte, al no haber actuado de manera recíproca con los españoles cuando tuvo oportunidad de ello y por ende salvar la vida de estos últimos. Lo cierto es que gestos de crueldad hubo de ambas partes hasta que en 1820 se regularizó la guerra.

La remembranza la hago en función de la situación venezolana.

Damos por cierto que, en caso de cualquier contienda electoral, quienes controlan internamente el poder en Venezuela harán cuanto tropelía puedan para evitar que sus adversarios le derroten, lo que debería conducir a quienes les enfrentan a dos alternativas posibles, o abstenerse de hacerlo porque se han roto buena parte o todas las reglas que regulan los eventos electorales en el país o participar en los mismos a sabiendas de lo que se enfrentan. La verdad, visto los resultados, prefiero la segunda posición.

En la actual situación normativa venezolana solo los referendos tienen quórum de convocatoria y de participación. Ningún otro mecanismo de consulta ciudadana –ergo elecciones- tienen aquéllos. Por consiguiente, así solo uno vote y el resto se abstenga, aquél decidirá por todos, con o sin trampa, la cual por cierto –y quienes han trabajado en mesas electorales lo saben- se hace en estas cuando se permite a terceros no habilitados para votar, hacerlo, lo que requiere la presencia de testigos comprometidos a evitarlo, sin perjuicio por supuesto de reconocer todas las irregularidades que se desarrollan antes del acto comicial.

Las prácticas políticas que observamos en Venezuela respecto de los procesos electorales no son exclusivos nuestros. Si alguno quiere un ejemplo, vea una serie francesa de nombre Marsella -con Gérard Depardieu- en la cual los partidos y sus militantes, actuaban como si estuvieran en cualquier ciudad venezolana en época electoral, aún el dia de las votaciones.

Hace muchos años que en Venezuela no hay elecciones medianamente competitivas. Las de ahora, ciertamente lo son menos, pero no tenemos otro mecanismo para tratar de cambiar las cosas salvo los previstos en la Constitución. Tal como lo ha reconocido el señor Abrams recientemente, el slogan relativo a las opciones sobre la mesa, solo tenía motivos electorales, los que por cierto redituaron a su promotor.

Con romanticismos –tales como esperar elecciones prístinas- no resolveremos nuestro problema. La política es una guerra pero por otros medios y en esta no hay sentimentalismos. Eso lo sabe con certeza una parte de los actores políticos del país y quizás todos, quienes no se han percatado de ello, son una porción de nuestros ciudadanos.

La democracia no retornará a Venezuela por obra del Espíritu Santo. Requerirá del trabajo arduo, continuo, decidido, con aciertos y con errores de quienes eso aspiran. En los actuales términos de nuestra legislación, no se logrará con abstención o pasividad. De ello estoy convencido.

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