En una boca de incendio en Caracas, Ángel Pulgar, de 65 años, recoge agua en un cubo para llevarla a su casa, donde las tuberías están secas desde marzo. Cansado de esta rutina, desconfía de que el servicio se recupere antes de fin de año, como prometió en agosto Nicolás Maduro. Los expertos tampoco lo creen.
«No, simplemente no (creo en eso), porque todo lo que ellos dicen es como una mentira, (…) todo es promesa, promesa, promesa, y nada se cumple», dijo a EFE Pulgar, uno de los ciudadanos que acuden regularmente al lugar a recoger agua.
En agosto, Maduro fijó la meta de recuperar los servicios públicos antes de que finalice el año, entre ellos el agua potable, para lo que pidió a la población denunciar las fallas que se presenten en sus comunidades, y a los ministros y empresas estatales prestadoras que atiendan estas alertas.
Según explicó a EFE el ingeniero José María de Viana, expresidente de la estatal Hidrocapital, la promesa responde a que, efectivamente, «existe un problema», pero «no está ligada a un plan de acción», ya que su objetivo principal es el de tratar de mejorar la imagen y percepción de la población hacia la gestión de Gobierno, que, en años anteriores, ha ofrecido lo mismo y no ha cumplido.
Para De Viana, es técnicamente imposible recuperar el servicio antes de que termine 2022. De hecho, sostiene que los trabajos tardarán de dos a tres años si se invierten 2.000 millones de dólares, suma necesaria para recuperar el sistema, que ha atravesado un «proceso de deterioro acelerado» debido a que se «abandonaron las tareas de mantenimiento y reparación».
Falta de capacitación
Otro de los principales factores que han provocado este deterioro, señaló el experto, es que las «personas que están manejando el sistema no tienen las competencias técnicas para entenderlo».
El sistema de abastecimiento de Caracas, el de mayor tamaño del país, suministraba 20.000 litros por segundo en 1999. Actualmente, da 8.000 litros menos, debido a que los distintos tipos de averías que fue presentando desde entonces no fueron atendidos en su totalidad a tiempo y se convirtieron en «desperfectos importantes», según De Viana.
Además, los tres grandes embalses con los que cuenta la capital para abastecerse durante 15 días en caso de que haya un problema en el sistema de suministro principal están «fuera de servicio».
Por su parte, el director de la ONG Monitor Ciudad, Jesús Armas, dijo a EFE que, en promedio, no hay agua 109,2 horas de las 168 que tiene una semana, por lo que la meta oficial es «inviable», pues se necesitarían -indicó- unos tres años y «reunir recursos financieros, logísticos y humanos».
Un ajuste a la cotidianeidad
Entretanto, las fallas siguen afectando a la población, cuya cotidianeidad se ha ajustado a los momentos en los que les llega el agua y al tiempo que deben dedicar para buscarla en algún lugar.
Según la ONG Observatorio Venezolano de los Servicios Públicos (OVSP), habitantes de Caracas y de otras 11 ciudades almacenan agua (en tanques o pipotes), pagan un camión cisterna, compran botellones o la buscan en otros sitios (pozos, quebradas, ríos o en la casa de un familiar o amigo).
Yoleiker Alvarado, un trabajador independiente de 20 años, no trabajó el pasado 27 de octubre para buscar agua para su casa, a dos calles de la boca de incendios, a donde acudía por décima vez para llenar el recipiente, según contó a EFE.
«Si no estuviese este chorrito aquí, nos moriríamos, porque no hay agua en ningún lado. (…) Trabajo, pero tengo que buscar agua porque, ¿cómo hacemos sin agua? (…) Antes el agua te llegaba a tu casa, (y ya) tengo como dos años buscando agua», aseguró.
Por su parte, el ministro de Atención de las Aguas, Rodolfo Marco Torres, aseguró recientemente que, de los 68.206 reportes que recibieron hasta la fecha, se resolvieron 52.081 casos, el 76,35 %, y expresó que para este mes de noviembre esta cifra deberá estar por encima del 80 %.
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