Mercy Merville, una mujer que buscaba dinero para una operación médica se aventuró en la famosa mina Bulla Loca en Venezuela. Sin embargo, en lugar de encontrar oro, se encontró con la dura realidad de la vida en la mina. “La mina no es para cualquiera”, dice Merville después de su experiencia.
Su viaje comenzó en febrero, más de ocho horas en lancha, carro y a pie para llegar a la mina, donde miles de personas buscan un punto brillante en la arena que les permita salir adelante. Durante semanas, Merville puso en riesgo su vida en busca de oro, pero solo encontró los desechos de otros mineros.
En una entrevista con el programa de radio Háblame Bajito, Merville compartió sus experiencias y alertó a la población sobre los peligros de la vida en las minas. “Gracias a Dios estoy bien, viva y con muchas experiencias vividas”, dijo.
Relató que su primera vez en la mina fue en La Paragua, justo donde ocurrió la tragedia de Bulla Loca el pasado 20 de febrero. «Si no se conoce a nadie en el lugar, lo primero que hay que hacer es levantar un campamento para poder resguardarse. Además, el agua, que proviene del río, debe recogerse temprano para evitar enfermedades estomacales debido a la turbidez y la contaminación por los químicos utilizados en el proceso de extracción».
La vida en la mina es especialmente difícil para las mujeres, según Merville. Cuenta que muchas trabajan en los campamentos como cocineras, mientras que otras buscan oro en los sacos de arena que dejan los mineros. También hay mujeres que se dedican a otros oficios, como manicuristas, panaderas, esteticistas y peluqueras.
A pesar de las dificultades, Merville no tiene intenciones de volver a la mina. “No me quedaron ganas de volver”, dice, citando las duras condiciones y las enfermedades como razones para no regresar. Aunque la mina puede parecer una solución a las necesidades económicas, Merville advierte: “A la mina sabes cuando vas, pero no sabes si regresas”.
Con información de Radio Fe y Alegría