Razones por las que no se debe zarandear a un niño

Zarandear a los niños es una mala costumbre que tienen algunos adultos como manera de reprimir alguna conducta o incluso algunos a manera de juego, sin saber las consecuencias que esto conlleva.

Por: Espectador de Caracas con información de 2001

Sacudir vigorosamente a un bebé puede producirle lesiones cerebrales graves, razón por la cual se debe evitar.

Zarandear a un niño

La acción de zarandear, sacudir o arrojar a un bebé contra un objeto es una forma de maltrato infantil que puede ocasionar una lesión cerebral grave.

El síndrome del niño sacudido puede pasarle a niños de hasta 5 años de edad, pero es más frecuente en bebés menores de 1 año.

Este síndrome ocurre debido a que la cabeza de los bebés es mucho más grande respecto a su cuerpo y además, los músculos del cuello son débiles e incapaces de sujetar bien la cabeza.

De igual manera, su cerebro, más blando y con vasos sanguíneos más frágiles, es más vulnerable y al zarandear al bebé, el cerebro golpea contra las paredes del cráneo.

Este efecto produce inflamación o sangrado en el cerebro y sus envolturas, sangrado en la retina y lesiones en la médula espinal a nivel del cuello.

Expertos indican que menos de cinco segundos de zarandeo son suficientes para provocar un daño de esta gravedad, que será mayor si termina con un golpe.

Causas

La acción de zarandear a un niño puede deberse a que el niño se encuentra irritable y la persona que lo cuida intenta calmarlo sacudiéndolo.

Cabe acotar que lanzar al bebé al aire jugando no conlleva riesgo de daño cerebral, siempre y cuando el juego no sea muy violento; sin embargo, hay que evitar este tipo de juegos porque el niño se puede caer y lesionarse.

Otra causa es el intento de “reanimarlo” ante una situación que el cuidador entiende como amenazante para su vida, un espasmo del sollozo, un atragantamiento o un ataque de tos, por ejemplo.

En caso de que esto ocurra hay que cogerlo en brazos colocándolo boca abajo o manteniéndolo sentado, inclinado hacia delante y sujetando la cabeza; se le puede frotar la espalda o darle golpes suaves con la mano abierta.

Nunca se debe agitar al niño para solventar la situación, pues los resultados pueden ser perjudiciales.

Consecuencias

El niño puede presentar problemas para mantenerse despierto o poco reactivo luego de la sacudida, o puede estar irritable, con respiración anormal y hasta presentar vómitos o convulsiones.

Generalmente el síndrome del niño sacudido produce secuelas a largo plazo. Estudiosos de la materia señalan que uno de cada diez niños que sufren un zarandeo grave, fallece.

En cuanto a los supervivientes, la mitad queda con secuelas graves e irreversibles, como parálisis cerebral, retraso mental, ceguera o epilepsia.

Los niños que han sido sacudidos con menos intensidad, pero de manera repetida, pueden desarrollar dificultades para aprender a hablar, tener falta de coordinación motora o problemas de aprendizaje.

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