22 de noviembre de 2024 7:19 AM

Ramón Guillermo Aveledo: Respeto

“Lo Cortez no quita lo Cuahutémoc” dicen los mexicanos y tienen razón. La convivencia tiene que ver mucho con eso, la tolerancia es indispensable para la vida en sociedad y supone admitir que la diversidad natural implica aún ideas y conductas que uno reprueba. Así que el diálogo debe ser reconocido como normal y no quiere decir que nos pasemos al lado contrario, aunque tampoco es malo ponerse en los zapatos del otro de cuando en cuando que es distinto. Lo mismo ocurre con la negociación que hay que ver más allá de sus connotaciones mercantiles y que mucho menos debe confundirse con algo sucio, bajo que se hace a escondidas. Trata de mutuas concesiones aceptables para ambas partes.

La noticia de la reanudación de los diálogos políticos, en México o donde sea, es una buena noticia. Que un actor no esté en la mesa no es el problema, otras instancias habrá que generar para toda inclusión necesaria, pero no puede impedirse, descalificarse o demorarse un paso necesario, porque es obligación de los líderes y aspirantes encontrar soluciones para la múltiple y profunda crisis venezolana, porque nadie sensato puede creer sinceramente que el país puede seguir así ni vale el razonamiento de que el empeoramiento de la situación tiene la ventaja de eso que llaman “tocar fondo” para salir de sus profundidades. Sabemos que eso no ha resultado, porque no es verdad.

La impresión de que la reanudación del diálogo obedezca más a una gestión desde el exterior que a una convicción de los actores venezolanos nos obliga a ser cautelosos. Condicionamientos internacionales hay y mejor si ayudan, pero la crisis está aquí y aquí ha de estar la solución. Deseo que mi percepción sea equivocada, pues de ser correcta, me temo que poco podrá esperarse en cuanto a compromiso sincero de los involucrados.

Los venezolanos tenemos muchas dudas cada vez que se nos hacen estos anuncios, porque tantas veces han desembocado en frustración y cuesta mucho recuperar la confianza perdida.

La clave en todo esto es el respeto, esa noción que parece se nos ha extraviado. Respeto de las personas de cada parte para con las personas de la otra porque la divergencia, por más profunda que sea y obviamente las hay, no tiene nada que ver con el desconocimiento a la dignidad humana de los otros. El respeto es base del reconocimiento y éste, condición sine qua non de todo diálogo o negociación.

Y respeto, sobre todo, al venezolano urgido de soluciones que merece responsabilidad.

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