23 de noviembre de 2024 8:53 PM

Ramón Guillermo Aveledo: Independencia

Ramón Guillermo Aveledo

Publica la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, el libro El Pensamiento político y jurídico de la Independencia, obra de contenido sólido y nutritiva lectura, en la cual se analizan las ideas que dieron forma al nacimiento de Venezuela como república. A las ponencias del foro del pasado 16 de marzo, con participación de los académicos Brewer-Carías, Ugalde, Casal y Urdaneta Fontiveros y los profesores Perrone, Garrido Rovira y Hernández, se agregan trabajos de los académicos fallecidos Ramón Escovar Salom y Tomás Polanco Alcántara. Incorporación de lujo y utilidad la bibliografía nacional.

El 19 de abril de 1810, el Congreso de 1811 con la declaración de Independencia y la primera Constitución no brotan de la casualidad o la improvisación. Se comprende en el contenido y el nivel de los debates, la profundidad argumental. Había aquí gente estudiosa, conocedora de las ideas que se ventilaban en el mundo, atenta a los eventos de la política internacional que fue preparándose y también preparando la historia que conocemos.

Los primeros próceres de la nacionalidad fueron civiles. Roscio y Yanes juristas y los grandes nombres el primer parlamento. Isnardi era comerciante, agricultor y médico como Alamo, legislador precursor en derechos humanos. Las ideas republicanas, la influencia del pensamiento cristiano en las nociones de libertad y soberanía popular, la cuidadosa elaboración jurídica de cada paso. El diputado Yanes, nacido cubano, como venezolano Narciso López creador de la bandera de la estrella solitaria, escribe un Manual Político del Venezolano. Escovar Salom intuye en él “un secreto vigor de la paciencia” cuando se atreve a la reflexión profunda en tiempos tan azarosos. El conductor de un Estado, depositario y guardián el contrato social “no puede tener ni adquirir el derecho de violarlo ni mucho menos de aniquilarlo”.

El reconocimiento del hecho histórico de la primogenitura civil no implica desconocer lo decisivas que fueron después las armas para vencer en la guerra provocada porque la militarizada monarquía española cayó en la tentación de echar a un lado los nobles principios liberales de Cádiz. Ni menos estimular una separación entre venezolanos civiles y uniformados, del cual nada bueno ha salido jamás.

Allá, aquí y en todas partes, no es lo mismo la institución militar, fundamental en toda sociedad para su defensa que el militarismo, desviación que sea pretoriana o cesarista, deriva en aberración.

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